Tribus urbanas, casas okupas y chats noventeros son algunas de las historias insólitas en la historia del premio, sugeridas por el periodista de EL PAS. «¡Ahora eres ‘establishment'»! , dice Guillermo Alonso, su compañero de ‘ podcast ‘
Cuando Beatriz Serrano (Madrid, 36 años) subió a recoger su premio como finalista del Planeta (que ganó Paloma Sánchez-Garnica) y, delante de los Reyes de España, empezó a hablar de la influencia de Chuck Palahniuk, del asesino de la banda de dark postpunk Joy Division, y de una chica protagonista que usa sus habilidades sobrenaturales para matar a un compañero cura, se dejó. ¡Tenemos que leer eso! » De hecho, las referencias contraculturales (y el sadismo escolar) no casaban con las líneas habituales de un premio centrado en la literatura más mainstream, normalmente enfocada a temas policiales, amorosos o históricos para ser consumidos y regalados en masa. Más informaciónCrítica: ‘ Fuego en la garganta’, de Beatriz Serrano: una novela imprevisible para la generación que creció con InternetFuente en la garganta es el camino de iniciación de una niña gótica que crece en Valencia, aunque gran parte de la trama transcurre en un chat de Internet: el escritor Juan Eslava Galán, miembro del jurado, destacó la modernidad de esta intersección entre literatura y tecnología, aunque cada vez es más. Por ejemplo, gran parte de la monumental Los escorpiones (Lumen), de Sara Barquinero, transcurre en foros de internet. Cuando tu madre te ha abandonado y cuando, al parecer, puedes hacer «milagros» sintiendo un poderoso ardor que te sube por el cuello, Blanca se enfrenta, acompañada de sus amigos digitales, a las aventuras de crecer cuando tu madre te ha abandonado. Una parte de la novela transcurre en los barrios madrileños de Vallecas, por lo que Serrano, periodista de EL PAÍS ahora en exceso, ha elegido citar allí para la entrevista. Había propuesto un bar llamado El Chascarrillo (» Tienen unos punkis muy majos «) pero está cerrado, así que elige otro de nombres solemnes, La Catedral de León, un nombre que engaña sobre sus mínimas dimensiones. Serrano pide un vaso de agua, que ya ha tomado mucho café, y se lo sirven con un hielo y un limón: lujos de barrio obrero». Mi vida no tiene sentido desde el 15 de octubre», dice con el primer trago». Estoy bien, he dejado de preocuparme: el tema económico. «El finalista del Premio Planeta se lleva 200, 000 euros, el ganador un millón. Serrano se presentó a la crematística, aunque en el momento de la entrevista aún no ha cobrado: por ahora sólo es rico mentalmente. Se lo quitará de encima: «He pasado de tener una vida normal a volarlo todo por los aires. » Y eso que con su anterior novela, El descontento (Temas de hoy), ya había cosechado un notable éxito ahondando en lo absurdo y sinsabores del trabajo, montando los trabajos de mierda que teorizaba el antropólogo anarquista David Graeber, entre sesiones de team building y afterwork. Pero la maquinaria promocional del Planeta tiene otra dimensión, y ahora está embarcado en una larga gira de presentaciones por todas partes. Y hasta 12 entrevistas al día. La periodista y finalista del Premio Planeta Beatriz Serrano, en Madrid, el pasado 27 de noviembre. INMA FLORES «¿Cómo hemos llegado a un momento tan solitario, aparentemente hiperconectado, pero en el que la gente está tan aislada en su propia casa? ¿Cómo hemos llegado a permitir que internet nos consuma de esta manera? «, son las preguntas que se hizo Serrano tras publicar El descontento y que le llevaron a su nueva novela. Así que decidió bucear en los inicios de la popularización de internet a finales de los 90 y principios de este siglo. Y, en paralelo, explorar esos momentos que van de la infancia a la edad adulta, lo que en literatura se suele llamar coming of age o bildungsroman, género en el que se puede encuadrar la primera parte de Fuego en la garganta. La acción transcurre en el cambio de siglo, en el interés del autor &apos, por reflejar hechos históricos como el efecto 2. 000 (que amenazó con romper el sistema informático mundial y que finalmente no se produjo) o el atentado de las Torres Gemelas, que los protagonistas ven por la televisión desde una cafetería de la cadena VIPS». Pero, sobre todo, reflejan ese internet del descubrimiento que llegó a nuestras casas, antes de YouTube o las redes sociales, un internet más inocente, sin tanta hostilidad, que siempre fue el refugio de la gente solitaria», dice Serrano. El tiempo era más lento, ahora todo pasa más rápido», añade, recordando cómo, por ejemplo, el impacto del crimen de las niñas de Alcàsser se extendió durante varios años e influyó en la adolescencia de muchas mujeres en el ocio nocturno valenciano. Quizá lo olvidemos mañana dentro de unos días. El presente es muy desagradable. Es un ejercicio de nostalgia»? No sé si soy nostálgico, pero los tiempos lo son, quizás porque el presente es más desagradable. Pero creo que todas las generaciones han sentido nostalgia del pasado, es fácil sentir nostalgia de la infancia, cuando estabas protegido. Ahora se siente nostalgia incluso del franquismo», dice el escritor. De lo que sí dice tener nostalgia es del tejido social comunitario de los barrios: aunque sus padres son madrileños, su infancia transcurrió en Parque Alcosa, una zona obrera, similar a Vallecas, perteneciente a Alfafar (a veces uno de los epicentros de la catástrofe de Dana), lo que también le hizo querer explorar en su escritura esos momentos en los que los niños perciben con sorpresa la desigualdad, el hecho inexplicable para algunos otros». Son cosas que los niños del barrio de Salamanca no experimentan hasta que van a un campamento de verano», dice Serrano. También está la nostalgia de ese sentimiento de comunidad, entre bloques de viviendas para familias trabajadoras, que no ha conocido en su etapa adulta» viviendo de alquiler por todas partes: ¿No deberían ser los centros de las ciudades habitables para sus habitantes? «. Por cierto, Serrano ha conocido los horrores de la Dana de casi primera mano: su madre reside en aquella calle que se llenó de coches amontonados en una de las primeras y más tristemente célebres fotos que se publicaron, una imagen que muchos juzgaron obra de la inteligencia artificial, pero que era real. Ella se salvó porque fue avisada del caos por sus vecinos, que le enviaron vídeos, y pasó la noche en el trabajo. Nadie más le había alertado. Paloma Sánchez-Garnica (d), ganadora del 73º Premio Planeta con la novela ‘ Victoria’, y la finalista Beatriz Serrano, con la novela ‘ Fuego en la garganta’, posan durante la gala, el 15 de octubre. Andreu Dalmau (EFE) Los noventa fueron también la época de las tribus urbanas, de cuya evolución daban cuenta publicaciones indefinidas». A través del aspecto cultural y de los gustos te ibas construyendo una personalidad, casi a la contra, como hace mi protagonista, en esa etapa en la que también hay enormes cambios: es como un choque contra el mundo», dice el autor. Pero ya no hay tribus urbanas y eso me da mucha pena: ahora todo es un pastiche. Todo nos conmueve, no nos queda nada. «Los procesos de ansiedad, a menudo materializados en el consumo de benzodiacepinas (orfidal), son habituales en la obra de Serrano». Hay mucha gente que está verbalizando lo que le pasa, pidiendo ayuda, y nadie les escucha», dice el escritor, «y esto es un grave problema que tenemos en este país». «Los datos corroboran la dimensión del problema en cuanto al consumo de ansiolíticos, categoría en la que España es campeona del mundo, según la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes. Un irreverente ‘ podcast’Serrano se pregunta si es una cuestión genética de los españoles o, más bien, es una sanidad pública insuficiente, la inestabilidad y presión de las obras, los precios desorbitados de los alquileres, es decir, todo está muy mal». Lo que nos quita el sueño es muy concreto», dice el autor. En tiempos de incomprensión del fenómeno de la ocupación, Serrano tiene el conocimiento y el temple para dejar en buen lugar en su novela un centro social okupado, en el que uno de los personajes encuentra un apoyo, entre jipis, punks y anarquistas, sobre el que combatir su alienación vital. Como todo está muy mal, Serrano muestra su parte más irreverente en el podcast Arsénico caviar (Podium Alonso Empezaron con poca fe, pero la cosa creció hasta ser galardonado con un premio Ondas al mejor podcast conversacional. Allí, fundamentalmente, se arrepienten de todo lo que odian del tardocapitalismo, que no es poco, sueltan vitriolo con mucho humor, en una acertada mezcla de hipercrítica y esnobismo. Y demuestran que la incorrupción política no es sólo patrimonio de la derecha. Hasta hicieron un programa contra» lo que ha hecho Beatriz, «es decir, ser finalista del Planeta. Temían que numeroso público, atraído por el premio, acudiera a su heterodoxo podcast, y encontrara lo que no esperaba». ¿Se puede saber con qué cara, ahora que formas parte del establishment más recalcitrante, más comercial, más mainstream, vamos a hacer este podcast en el que nos dedicamos a decir que todo está mal, que sólo queremos beber, drogarnos, irnos a dormir porque es tarde?
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Cuando Beatriz Serrano (Madrid, 36 años) subió a recoger su premio como finalista del Planeta (que ganó Paloma Sánchez-Garnica) y, delante de los Reyes de España, empezó a hablar de la influencia de Chuck Palahniuk, del asesino Charles Manson, de la banda de dark postpunk Joy Division, y de una chica protagonista que usa sus poderes sobrenaturales para matar a un compañero cura, se quedó. ¡Tenemos que leer eso! «Continue reading