El encuentro Pamplonica reúne a una nueva hornada de artistas: Lela Soto, Esmeralda Rancapino, Nellis Toledano, Mara Terremote o Lela Soto, con garantía de relevo y continuidad.
El lema de este año en el Festival Flamenco On Fire Navarro, celebrado del 26 al 31 de agosto, ha sido «Tandal», término tomado del viajero romántico George Borrow, que en el siglo XIX designaba a los patios de vecindad. Conocida la importancia de estos espacios y las formas de vida que en ellos se desarrollaron en la transmisión oral del flamenco, la presente edición de la cita ha querido mostrar la huella de este patrimonio a través de artistas actuales, que conectan de una u otra forma con él, como una forma de contar su historia. Así, desde el primer momento, José Valencia actuó en Viana, lo que remite a esta línea como heredera que es de las familias cantaoras de Lebrija y Jerez. En Tudela lo haría Esperanza Fernández, representante fidedigna de la tradición del barrio sevillano de Triana. Más información sobre la guitarra de Aluvión en el festival Flamenco On Fire, que rinde homenaje a la pelota vasca Llegada a Pamplona, un vistazo a los carteles de balcones y patios revela una intención que las actuaciones confirmarán. Así, un cantaor como el catalán Duquende hizo realidad un cante antiguo que está vivo en su garganta. Le tocó inaugurar el ciclo nocturno y, ya desde el balcón del ayuntamiento en la mañana del jueves, completó su presencia con un repertorio de canciones bien dichas y fieles a su estilo. El eco de su admirado Camarón, que le apadrinó de niño, resonó en la taranta y la cartagenera y, de manera especial, en los tangos, donde recordó la leyenda (como el agua). Fin de fiesta del espectáculo ‘ Resetando’, con Ángeles Toledano (izquierda, de blanco), María Terremote (centro) y Lela Soto (detrás). Susana GirónEl segundo balcón de ese día lo protagonizaría Agujetas Chico, descendiente en cuarta generación de tan ilustre saga. En la tarde del miércoles le tocaba abrir el ciclo de cante en el Espacio Panset (Palacio de Ezpeleta), creado en esta edición. En su recital, que tuvo que ser trasladado al Civvox Condestado por la lluvia, estuvo acompañado por su «tito» Domingo Rubushi (los dos dejaron un tronco común), que tiene uno de los toques de soniquete más jerezanos. Agujetas desarrolla su lado más personal y creativo con composiciones propias y una música renovada cuando canta con él mismo a la guitarra, como hizo en el balcón de La Perla. Junto a Ricchi, Agujetas crea los estilos que definen a su familia. Además, conocía a su abuelo Manuel para debla y toná. Tradición y modernidad. Lo que vino el viernes de Jerez al balcón del ayuntamiento fue una venda, pero no atmosférica. Se esperaba a Tomasa Guerrero La Macanita, hija preclara del barrio de Santiago de Jerez y heredera de su herencia cantaora. La plaza bollía, y ella respondió a las expectativas con una energía rodante por tangos y, sobre todo, por una larga serie de bulerías en las que recordó a La Pajera, de la que parecía haber tomado fuerzas, que terminó con las hermosas Bulerías del desamoro, de su segunda grabación. Antes, había comenzado su actuación con unas siguientes jerezanas, rematadas por el cambio (Comparito mío, Cuco). Esa misma noche, en el ciclo nocturno del Hotel 3 Reyes, siempre acompañada por el toque de Manuel Valencia, ofrecería una versión más íntima de su arte con Malagueña, larga y variada tanda de cante por soleares y un cariñoso recuerdo a su Fernandito Terremote, que compuso la emocionante canción «Volver a Verte». Esmeralda Rancapino» con Nono Reyes en el Palacio de Ezpeleta en Flamenco on Fire Pamplon. «El recién bautizado como Espacio Pansequito», en el patio del Palacio de Ezpeleta, recuperó en la tarde del jueves su condición de espacio abierto y al aire libre. Desde esa tarde y hasta el final del domingo, el cartel programado ha venido ofreciendo una espléndida muestra del relevo y la continuidad en una generación que conoce y hace suyo el canon, lo reinterpreta según su visión personal y, quizá, en clásicos contemporáneos, como espejos más cercanos. Las sagas se renuevan con nuevas voces y experiencias, pero sus protagonistas muestran conocimiento, respeto y mucho mimo a la hora de incorporar sus aportaciones, que son diversas según el legado recibido. En Ismael de la Rosa El Bola y José del Tomate se desea una asociación con el futuro. Ambos gozan de una poderosa genética: el cantaor, la de la familia Fernández de Triana, el tokaor, nieto, sobrino e hijo de la conocida e ilustre estirpe almeriense. Recientemente reunidos en el proyecto Limbaé, elaborado por Josemi Carmona, ofrecen en directo un producto fresco, que arrastra viejas esencias. Una fina versatilidad en El Bola recibe los acentos pausados y precisos del Tomate, y el resultado es más que satisfactorio. Otro toque distintivo, también pausado y muy llamativo en su configuración, fue el del joven David de Arahal acompañando a Manuel de la Tomasa, último eslabón de una saga que entra con el propio Manuel Torre. Canciones que siempre se cantan con el deseo de contribuir a ambos campos. Esmeralda Rancapino tiene en su nombre el peso de la estirpe de la que procede. Con el toque de Nono Reyes, esta vez tradicional, Jovencisima, su voz, clara y sorda, ilumina los estilos mayoritariamente gaditanos que interpreta. El cantaor granadino El Turry comparte valores similares con los anteriores: es hijo de artistas y, en su última grabación, ha querido revisitar la obra de Morente, su Allegro Soleá. El sábado cantó desde el balcón de La Perla, con la Plaza del Castillo abarrotada de público. La insuficiente sonorización no permitió apreciar sus cualidades y el gusto que exhibe. Los Planetas, durante su actuación en Baluarte, Pamplona. Susana GirónPero, en esta línea de continuidad de la tradición y su renovación, el festival hizo quizá más fuerte su apuesta al reunir en el auditorio Baluarte a las tres voces femeninas más demandadas por la escena del momento: Lela Soto, María Terremote y Ángeles Toledano, las tres con grabaciones muy recientes. La función, que retrasó su inicio una hora por problemas técnicos, se llamó Resetando, jugando con el valor semántico del término anglosajón: un reinicio que busca la raíz. Los tres parten de ella y la tratan de diferentes maneras, como se pudo comprobar. Una buena obra de arte, servida en habitaciones distintas. Por último, entre el pasado, el presente y el futuro, el festival, además de otras iniciativas, contiene el ciclo Flamenco. Siglo XXI. El viernes por la noche estaba prevista la actuación del grupo de rock granadino Los Planetas. No fue en la Sala Zentral, sino en Baluarte, y se llenó con un público quizá fiel a su trayectoria, pero llamativamente pasivo ante el cancionero que se les presentaba. Los fans del indie rock patrio no buscaron el refugio de sus himnos, simplemente se les ofreció un concierto a la medida de un festival flamenco, que también tiene algo de indie. Para más referencias a Fosforito, Caracol, el pleno de Silverio, Pepe de la Matrona o Morente, la propuesta del grupo -con J y Floren, pero sin la batería de Eric, por ejemplo- fue cansinamente planetaria, por más empeño flamenco del guitarrista incorporado del género Eduardo Espín Pacheco.
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El tema «Tandal» del Festival Flamenco On Fire Navarro de este año, que tomó su nombre del viajero romántico George Borrow, quien, en el siglo XIX, designó los patios de vecindad. La presente edición de la cita, que se conoce como la importancia de estos espacios y las formas de vida que en ellos se desarrollaron en la transmisión oral del flamenco, ha querido mostrar la huella de este patrimonio a través de artistas contemporáneos que conectan de alguna manera con él como forma de contar su historia. Por lo tanto, José Valencia actuó en Viana desde el principio, lo que se refiere a esta línea como un heredero que es un miembro de la Lebrija y Jerez familias de canto. Esperanza Fernández, representante de confianza del distrito sevillano de Trian, sería utilizada en Tudela. Seguir leyendo