Falsa corrida de Adolfo Marten que fue inválida, disentida y caída, lo que hizo imposible encontrar un disolvente ternal.
Cuando clarines y timbales anunciaron la salida del quinto de la tarde, la plaza, en pie, obligó a Fernando Robleño a saludar una gran ovación en el toro de su despedida de la feria en la temporada de su adiós a los estruendos. En unos días se cumplen 25 años desde que tomara la alternativa en el año 2000, y ahora se pone fin a la muy honesta carrera de un torero que ha conseguido menos objetivos de los que seguramente hubiera soñado, pero que se va con el respeto y la admiración de la afición. Y en ese quinto toro, tan deslumbrante como toda la corrida, lo dio todo, y abrió la enciclopedia de su larga experiencia para sacar naturales en principio imposibles a un animal sin casta, sin recorrido, y que tendía a defenderse lanzando tornillazos al aire. Pero nada de ello fue obstáculo insalvable para quien quería salir por la puerta grande de su honorabilidad y su vergüenza torera. Fueron cinco o seis, no más, brochazos de buen toreo que fueron naturales, llenos de providencia, y rasgados de rizo a un oponente fulgurante. Eso bastó para la despedida final de un gran torero. También lo intentó sin éxito en su primero, que apenas pudo mantener el equilibrio. La vuelta al ruedo tras la muerte del quinto fue el sentido abrazo de la plaza a uno de los suyos. Pero el festejo había comenzado con un buen augurio. Minutos antes del comienzo, la empresa anunció que acababa de colgar el cartel de ‘no hay billetes’, el décimo cuarto de esta feria de San Isidro. Se supone que el interés del público está puesto en el prestigio de la moneda de Adolfo Martín que tantos y sonados triunfos está promocionando en los últimos años. Pero la expectación se desvaneció en cuanto los espectadores estuvieron más rezagados. El primer toro ya anunciaba que sería la tónica de todo el festejo: animales cumplidores a caballo, pero sin alma, sin vida, tullidos, muy decaídos e imposibles para el toreo en cualquiera de sus formas. El cuarto se congestionó tras el tercio de varas, y ya no se movió con la amable ayuda de los capitanes, al final, se derrumbó en el rudo y fue apuntillado. Lástima del margen, y gran decepción con una corrida que había despertado una ilusión que no había durado. También penaliza la actitud de una parte de los libidinosos que compadecieron sin razón a Escribano mientras el torero se jugaba literalmente la piel ante el tercero, uno de los toros aplastados del encierro, también, las protestas contra el solvente empeño de Ferrera, que intentó por todos los medios robar mutetazos a las sobras de Martín Lorca, y que despidió con razón ante los impresentables e injustos oles. En fin, la tarde se torció muy pronto, y algunos se compadecieron y protestaron en uso de su libertad, pero no siempre tienen razón. Incluso da la impresión de que algunos piensan sin entender la causa. Seria bueno identificarlos y preguntarles. . . . para aprender, claro, si es el caso. En cualquier caso, la corrida de Adolfo Martín ofrecía motivos variados para el asco, pero no los toreros. Ferrari estuvo presente toda la tarde, tanto como líder como observador, con esa capota azul tan especial. A pesar de la primera defonada, estuvo completamente justificada, bien colocada, e insistente, y milagrosamente consiguió persuadir al animal en algunos muletazos. Se fundió con el esbelto de Martín Lorca, y en ello estaba cuando oyó protestas inconvenientes y montó la espada. Y el que lo pasó mal fue Manuel Escribano, con el peor lote, el más complicado. Jugó los dos con soltura y espectacularidad, y con ambos el tipo de verdad que banderilleaba. Su primero lo miró con la clara intención de voltearlo en la primera ocasión que, afortunadamente, no llegó. Recibió con una larga cambiada de rodillas en los medios al sexto, y otra en el tercero, y alegres verónicas. Pasó un mal trago cuando el toro, con muchos pies, lo persiguió con descabello a la salida del segundo par y el hombre se estampó contra las tablas sin mayores consecuencias. Otro toro decepcionante a pesar de su salida enredada en el tercer muletazo. Quiso comerse el engaño y al torero en las primeras bestidas, y no supo salvarse de la quema, pero fue un bluf. Lo que pretendía el toro era prenderlo y lanzar al torero por los aires. Sudó tinta china para engañar a su oponente, con la cara por las nubes, poco recorrido y malas intenciones. No hubo faena de premio, sino la labor de un valiente espada que no le perdió la cara a un peligroso oponente. Lo dicho, decepción para ganar un hierro de prestigio, y honorabilidad para los toreros, especialmente para el veterano Fernando Robleñ. Martín / Ferrera, Robleño, EscribanoToros de Adolfo Martín, -el cuarto, vuelta-, correcta presentación, piropos a los caballos, muy desentonados y nobles, complicados tercero y sexto. Capote de Maarten Lorca, de fea estampa, manso, flojo y descolgado. Antonio Ferrera: pellizco _ aviso _ estocada (ovación), caída casi entera (silencio). Fernando Robleño: estocada (silencio), estocada casi entera _ aviso _ (vuelta al ruedo). Manuel Escribano: pinchazo _ aviso _ casi entera muy baja (silencio), _ aviso _ estocada (ovación). Plaza de Las Ventes. 7 de junio. Vigésimo sexta corrida de la Feria de San Isidro. Lleno de ‘no hay billetes’ (22, 964 espectadores, según la empresa).
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La plaza, en pie, obligó a Fernando Robleo a saludar una gran ovación en el toro de su despedida de la feria en la temporada de su adiós a los bramidos cuando clarines y timbales hicieron el anuncio de la salida del quinto de la tarde. En unos días se cumplen 25 años desde que tomaron la alternativa en el año 2000, y ahora ponen fin a la muy honesta carrera de un torero que ha conseguido menos objetivos de los que, seguro, hubiera soñado, pero que se va con el respeto y la admiración de la afición. Seguir leyendo Martín / Ferrera, Robleño, Escribanos Toros de Adolfo Martín, -el cuarto, devuelto- correcta presentación, piropos a los caballos, muy desentonados y nobles, complicados tercero y sexto. El desván de Martín Lorca es poco agraciado, manso, flojo y caído. . Antonio Ferrera: pinchazo _ aviso _ estocada (ovación), casi entera caída (silencio).. Fernando Robleo: stocada (silencio), stocada casi entera _ aviso _ (vuelta al ruedo). . Manuel Escribano: click _ aviso _ casi entera muy baja (silencio), _ aviso _ stocada (ovación).. Plaza de Las Ventes. 7 de junio. La Feria de San Isidro cumple su vigésimo sexta edición. Lleno de ‘ no hay billetes ‘ (22, 964 espectadores, según la empresa).