Alaska: “En el fondo soy una gótica prerrafaelita”

La cantante estrena mañana una nueva serie documental, Movistar Plus+, en la que desvelará su lado más íntimo y desconocido.

  

Esta entrevista con Alaska (Ciudad de México, 61) tenía que haberse celebrado en un hotel de Madrid, pero un problema de agenda y la apretadísima promoción de Alaska desvelada hicieron que se convirtiera en una conversación telefónica. Charla que se cortó tres veces, pero que confirmó varias cosas: que este tipo de contratiempos no le alteran un ápice, que es una gran conversadora y que cuando se ríe, lo hace a boca llena. Esta serie documental se estrena mañana y está producida por Movistar Plus+ en colaboración con Shine Iberia. Saber másAlaska: «Sé interpretar, no soy cantante «Pregunta. Ha estado tan presente en nuestras vidas tanto tiempo, que creía saberlo casi todo de ti, y no es así. ¿Por qué cuenta ahora y de esta manera? Por respuesta. La idea de hacer un documental lleva sobre la mesa unos diez años. Cuando no ha llegado uno ha sido otro el que lo ha propuesto, pero casi todos eran formatos sangrantes, una especie de repaso que creo que no aporta nada porque ya está hecho. Pero esta división entre salud, dinero y amor, el poder avanzar y retroceder en el tiempo me atrapó. Este animal que hemos hecho, este viaje, no se puede hacer si no estás bien. Q. ¿Hay alguna reclamación? Yo no la veo, pero es verdad que cuando haces a veces ciertas cosas no eres consciente de que pones el punto en su lugar. Te lo explico. En Fangoria, durante unos años, no tocamos el repertorio de Dinarama porque teníamos que crear un grupo nuevo, que tuvo sus éxitos. Y cuando llegó ese momento y nos dimos cuenta de que podíamos tocar en cualquier sitio de cualquier ciudad y que nuestras canciones funcionaban, recuperamos parte de lo anterior. Ya podían medirse al mismo nivel, y tal vez eso. Que estoy en un momento en el que puedo hacer una revisión mental para situarme donde creo que debo estar. Dice de sí mismo que es un poco, que es lo que es, no más. Poco narcisismo para un documental sobre su figura. R. Creo que siempre he sido así. Llevo haciendo entrevistas desde los 14 años, y como dice Nacho]Canut] en un momento del documental: «Hay mucho que explicar». Te lo cuento todo, vamos. Y vengo de una época, no tan antigua, pero sí de compartir trabajo y tiempo con gente como Concha Velasco y contarte si ese día se había peleado con Paco (Marsó) o estaba contento con él. Una forma natural de vivir todo eso que llamamos intimidad pre-redes sociales. Me he fijado en ese tipo de mujeres. La lectura está muy presente en su vida. La define como su tabla de salvación. Me gusta mucho que los libros fundacionales de mi vida aparezcan uno a uno, de esos que cuando los lees te caes del caballo como San. Pablo y a partir de ahí tu vida es otra. Para los que somos más introvertidos, cuando criticamos tanto a la gente que hoy va en el metro mirando un móvil, recuerdo que yo iba en el metro mirando un libro. En el fondo es lo mismo, querer aislarte del mundo exterior, no mires a la señora de al lado. ¿Qué estás leyendo ahora? He tenido un problema con la novela, y la última que me ha atrapado ha sido Middlesex, de Jeffrey Eugenides. A partir de ahí casi todo lo que he leído es ensayo. La última que he recuperado, que leí en 1981, es Tres novelas teresianas, de Ramón J. Sénder. P. Hablemos de viajes que también han sido caídas de caballo. Delfos, por ejemplo. R. El director estaba encantado porque me dijo que todos los amigos que habían ido allí habían acabado en el chamanismo mexicano, yendo al desierto de Sonora a tomar peyote o a Sudamérica a tomar ayhuasca, y yo me lo tomé como un viaje a nuestros orígenes romanos y griegos. Viene de mi interés por la filosofía y ciertos mitos griegos. Es un momento muy bonito de mi vida que me puso en un lugar muy positivo en el que creo que sigo. Voy a Grecia muy a menudo porque, aparte de eterno estudiante de historia, decían de Delfos que es el ombligo del mundo. P. Mazatlán, en México. R. Allí encontré un imaginario de mujeres voluptuosas, vedettes con curvas, fue muy liberador. Y no sólo eso, fue encontrar un hilo del que luego fui tirando, me sentí fenomenal y muy satisfecho con el físico que tenía, con el que hasta entonces no había encajado. Alaska, en el Hotel Emperador. Pablo MongeP. Mi favorito: viajes a Londres con su madre para ver películas prohibidas y, de paso, que le echen la culpa. Mi madre me llevaba por sus cosas, para ayudarla a traducir en sus compras, y yo la llevaba a Kings Road a ver las mías. Hay un episodio muy curioso que no nos ha dado tiempo a incluir en el documental. Un día hubo una manifestación porque cerraron un mercado punky y allí estábamos las dos, en medio de todo aquello, pero la policía no me dijo nada o me echaron porque me vieron sentada junto a una mujer con un abrigo de visón. Eso pasaba entonces y pasa ahora, que una madre no puede permitirse tantas licencias a la hora de educar. A mí el coco que siempre me puso, lo que me hundió fue: «Ya vendrá tu padre y te meterá». Había un sitio aquí en España, que se llamaba Campillo, que era donde iban todos los malos de las familias y les iba mal. Me dijo: «No voy a poder hacer nada porque es tu padre». El visón ejerciendo de safeconducto. R. (Exacto. Ella no habla inglés sin entender nada, y yo le explico lo que estaba pasando. Estamos hablando de 1976 o 77. P. Desde preadolescente rezaba a Santa Gema para que el pecho no le creciera más y se parara. En el primer episodio asistimos a una de sus operaciones de cirugía estética. ¿Cuánto de ese buen rato que pasas hoy tiene que ver con lo que ves frente al espejo? A. Con todo. El personaje de Agrade en Todo sobre mi madre decía: «Cuanto más hago, más me parezco». No es tanto para hacerte, es todo. Un proceso que empiezas siendo adolescente, cómo te vistes, qué lees, esa etapa que es como de militancia para encontrar tu identidad que no tiene por qué desaparecer con el paso del tiempo. Puede mutar, evolucionar, porque en el fondo soy una gótica prerrafaelita, que no tiene nada que ver con esa vedette curva de la que hemos hablado. Todo eso soy yo y todo es una fuente continua de inspiración. «Mi única adicción es la comida», dice R. Es lo único que ocupa un espacio en mi cabeza en el que tengo que trabajar. Por lo tanto, entiendo la visión del yanqui, he vivido su mundo, conozco sus códigos, «voy a pagar un tributo», «el lunes lo dejo», porque es lo que aplico a la comida. No tiene miedo a la muerte, sino a envejecer. No tengo miedo a dejar de hacer cosas, porque si lo piensas, eso es lo que pasa siempre. Ya no juego con muñecas, por ejemplo, y no pasa nada. Yo le digo a la gente con peterpanismo: «Chica, ¿cuál es el problema si ya no quieres irte»? El problema es perder tu autonomía, tu libertad, tus decisiones, y todo lo que eso conlleva. Esto, como lectora de Marco Aurelio, me contradice totalmente, porque en el fondo es lo que hay, llegará cuando llegue y como llegue, así que ponte lo que tengas que hacer ahora mismo, que mi caso es lavarle el pelo a mi madre. Está muy bien que hoy me tengas así, no le demos la vuelta. Cuenta Maruja Torres en su último libro que fue a un notario a dejar por escrito todas sus últimas voluntades. Acude a uno cada vez que opera. R. En nuestro grupo de amigos hablamos con frecuencia de la muerte. Sabemos de ellos cosas que las familias no saben, que no va a hacer nada porque cuando pase algo, ellos serán la familia. Yo no he hecho testamento vital y debería hacerlo porque en este momento, sentado hablando contigo, con salud y bien, no quiero prolongaciones innecesarias, por ejemplo. Es algo que sabe Mario]Vaquerizo] y yo le dejo el marrón, más vale que lo haga bien. Que vaya al notario cada vez que me opero es una tontería, ahora que lo pienso, porque en cualquier momento puedo gastar algo, caerme, que me atropelle un patinador. . . . Esperemos que no sea un patinete, ‘ porque tal y como me llegan las noticias. . . . R. (Risas) Cuéntalo con humor, por favor, tiene que ser así. Como fan de la prensa del corazón y parte de ella, ¿qué personaje ha superado todas sus expectativas? A. Sara]Montiel], Lola]Flores], Concha]Velasco]. . . Ya eran un referente para mí y fue maravilloso compartir tiempo con ellas. Pero el referente no es culpable de no ser lo que esperas, ojo. Es como si lo fuera, pero si has hecho una película, el problema es tuyo. He tenido mucha suerte, hija mía. BabeliaLas novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal

 Feed MRSS-S Noticias

Esta entrevista con Alaska (Ciudad de México, 61) tenía que haber tenido lugar en un hotel de Madrid, pero un problema de agenda y la ajustadísima promoción de la empresa hicieron que se convirtiera en una conversación telefónica. Charla que cortó tres veces, pero que confirmó varias cosas: que este tipo de contratiempos no le alteran ni un poquito, que es un gran conversador y que cuando se ríe, lo hace a boca llena. Esta serie documental estará disponible mañana y Movistar Plus+ colabora con Shine Iberia en su producción. Seguir leyendo

 

De interés similar