La música del pianista Alejandro Falcón es un diálogo entre el jazz y los ritmos cubanos, conocidos como danzón, son y rumba. Al artista no le preocupa si alguna vez le han dicho que «no suenas lo bastante a jazz» o «lo bastante tradicional» para lograr ese equilibrio. Su principal objetivo es desarrollar una verdadera esencia cubana. Tenemos una conversación con el instrumentista hoy, en el Día Internacional del Jazz. . The first post Alejandro Falcón: En Cuba el jazz tiene sello propio (+ Podcast y Video) appeared on Cubadebate.
La música del pianista Alejandro Falcón es una colisión entre el jazz y los ritmos cubanos, conocidos como danzón, son y rumba. Al artista no le preocupa si alguna vez le han dicho que «no suenas lo suficientemente jazz» o «lo suficientemente tradicional» para lograr ese equilibrio. Su principal objetivo es tener una verdadera esencia cubana. Conversamos con el instrumentista hoy, Día Internacional del Jazz. . The first article on Cubadebate, Alejandro Falcón: En Cuba, el jazz tiene sello propio (+ Podcast y Video) appeared.
Alejandro Falcón. Foto: Alejandro Falcón / FacebookLa música del pianista Alejandro Falcón es un diálogo entre el jazz y los ritmos cubanos: danzón, son, rumba. Para lograr ese equilibrio, al artista no le preocupa si alguna vez le han dicho que «no suenas suficientemente a jazz» o «suficientemente tradicional». » Su principal objetivo es lograr una esencia auténticamente cubana. «Estudié jazz de forma autodidacta, ya que nunca tuve la oportunidad de formarme en una escuela especializada. En Cuba, casi todos los músicos de mi generación empezaron en la música de concierto, aprendiendo de grandes maestros como Joaquín Betancourt o César López. En mi caso, también toqué durante cinco años al lado de Orlando Valle, Maraca. Llevo mucho tiempo trabajando con Estrellas del Club Social Buenavista y con el maestro Pancho Amat, porque este género se aprende en la práctica. Sin embargo, mi mayor obsesión siempre ha sido que mi música sea verdaderamente cubana, pues, al fin y al cabo, yo me defino. He profundizado en el jazz, al igual que en la música clásica, pero todo lo incorporo a mi esencia. Ese ha sido mi enfoque constante y mi principal preocupación como artista. » En su acercamiento al jazz, Falcon ha sido muy metódico: ha explorado todos los estilos a través de libros, grabaciones, transcripciones y otros recursos, que es justo como se aprende este género en muchas partes del mundo. Aunque existe un gran sesgo universitario en este sentido, no se limita al ámbito académico porque al final también requiere un esfuerzo autodidacta fundamental. Su propósito siempre ha sido crear propuestas innovadoras con una sonoridad netamente cubana. Hoy, en el Día Internacional del Jazz, conversamos con el instrumentista. Escúchalo aquí: – Su camino comenzó en Matanzas, cuna del danzón. ¿Cómo influyó esa ciudad en su forma de entender la música, incluso antes de descubrir el jazz? «Mi carrera comenzó en Matanzas, donde nací, concretamente en el barrio de Ciudad Nueva, un lugar lleno de tradiciones musicales y folclóricas. En casa crecí rodeado de arte: mi padre, David Falcón García, aunque no era músico profesional (entonces se dedicaba a la ingeniería), tocaba la guitarra, cantaba, tocaba la armónica e incluso el acordeón. Por su parte, mi madre, Martolinda Rodríguez Sánchez, estudió pintura -llegó a completar el nivel esencial- antes de convertirse también en ingeniera. Ese ambiente artístico siempre estuvo presente en mi casa. » Desde mi más tierna infancia escuchábamos música en el tocadiscos, que era el equipo de audio de la época. Sonaban constantemente ritmos cubanos, jazz beat y jazz afrocubano, como el de Emiliano Salvador. Recuerdo especialmente discos como Nueva Visión, que reunía a muchos de los grandes músicos cubanos del momento. También disfrutábamos con las obras de Chucho Valdés, Gonzalo Rubalcaba, Óscar de León y Bola de Nieve. A mis padres les encantaba tanto la música tradicional cubana como las descargas. Fue en este ambiente donde, ya de niño, aprendí de forma autodidacta a tocar la guitarra con mi padre. «En casa organizábamos fiestas con frecuencia, con familiares y muchos amigos. En esas reuniones, mi padre cantaba y tocaba la guitarra, y yo le acompañaba con la mía. Así me desarrollé en este ambiente musical, aunque luego me incliné por el piano, instrumento que me cautivó y al que he dedicado mi formación hasta el presente. Tengo una fuerte nostalgia de esos sonidos de Matanzas, mi tierra natal: los amigos, las calles por las que solía pasear, la playa. Son recuerdos felices de mi infancia y adolescencia que he intentado trasladar a mis creaciones. Por ejemplo, he compuesto varias piezas dedicadas a mi ciudad, como Danzando entre puentes, el primer danzón que grabé. Aunque en 2008 ya había escrito otros, éste fue el primero que registré profesionalmente. «El título hace referencia a la ciudad de los puentes, jugando con la palabra danzón, género fundamental en Cuba, considerado nuestro baile nacional gracias a Miguel Failde. A lo largo de mi carrera me he dedicado a cultivar este estilo, componiendo numerosas danzas que sigo creando. » Mi contribución más reciente fue Elegante y refinado, compuesta para la casa de Fabián en la novela Renacer, donde acompañaba las escenas de ese personaje. Siempre busco incorporar este género, ya sea en obras sinfónicas, música de cámara o en proyectos con mi grupo de jazz. «Otra creación significativa es Monje en Pueblo Nuevo, grabada en mi álbum debut Claroscuro, galardonado con el Cubadisco 2013 en la categoría ópera prima. Esta pieza rinde homenaje a mi ciudad natal, fusionando la rumba con la música de Thelonious Monk, legendario pianista de jazz. » Matanzas ha sido constante en mi camino. Desde los primeros años participé en el encuentro Danzonero Miguel Failde in Memoriam con la Sinfónica local, y en el festival Matanzas Jazz, del que fui vicepresidente. Me presento con frecuencia en la provincia con diversos conjuntos musicales. Aunque llegué a la ENA en 1999, hace 26 años, mantengo una activa presencia artística en mi tierra natal. Los conciertos en el Teatro Sauto y en la Sala Blanca son compromisos que siempre acepto cuando me invitan. «* * * Alejandro Falcón reconoce el aporte a su trayectoria profesional de la profesora María Julia Arango, actual catedrática de la Escuela Nacional de Arte y maestra durante décadas en Matanzas de destacados pianistas de proyección internacional. » Aunque mi vocación siempre estuvo orientada hacia la música popular cubana y posteriormente el jazz, ella insistía en la importancia de una sólida formación académica. Gracias a su guía, me gradué como pianista, profesor, músico de cámara y acompañante, completando así la carrera integral que se ofrecía en aquel momento. Más tarde estudié composición en el Instituto Superior de Arte», cuenta el instrumentista a Cubadebate. Estos cinco años de estudios superiores, dice, consolidaron su preparación profesional. » Tuve el privilegio de aprender con maestros como Roberto Valera y José Loyola, quienes además han dirigido mis obras en la Sinfónica Nacional en muchas ocasiones. También recibí clases de Guido Ópez- Gavilán y Harold Gramach. Recuerdo con este último las clases de audiciones analíticas donde analizábamos piezas musicales en sesiones que resultaban verdaderos viajes sonoros. » Paralelamente a su formación académica, en 2003 completó sus estudios en la ENA y comenzó a trabajar con Pablo FG y su Élite, grupo con el que realizó giras nacionales e internacionales. Previamente, a finales de 2002, había ganado el premio especial del Festival Jojazz. Más tarde, durante cinco años formó parte de la orquesta Orlando Valle» Maraca, «presentándonos en los festivales más prestigiosos del mundo». » Esta doble trayectoria -música popular y música concesional- ha marcado mi producción artística. Aunque mi inclinación principal es el jazz y los ritmos cubanos, sigo componiendo obras sinfónicas, de cámara y para piano. Ejemplo de ello es mi libro Danzando entre Bridges, publicado por Producciones Colobrí, material que se utiliza en conservatorios y escuelas, y que presento en clases magistrales durante mis giras internacionales. «En 2010 grabaste Clararno, un disco donde el danzón se reinventa. ¿Por qué elegiste este género como columna vertebral de tu jazz? » Precisamente por lo que he mencionado antes: Soy un matancero y busco ser auténtico en mi creación. Como cubano, trato de aportar todo a mi esencia musical, a mi sonido personal y a lo que quiero expresar artísticamente. Esta ha sido mi constante. Por eso, al componer Claroscuro y fundar mi grupo Alejandro Falcón y Cuba Inside, he tratado de mantener esa fusión de ritmos tradicionales cubanos. «- Una anécdota curiosa: ¿Alguna vez has improvisado algo en directo que cambiara por completo una pieza? » En los conciertos ocurren cosas inesperadas y la improvisación es constante. Me ha ocurrido en numerosas presentaciones, aunque ahora no recuerdo ejemplos concretos porque es algo cotidiano. A veces pienso una pieza musical de una determinada manera, pero al final sale diferente. A veces, cuando otros músicos proponen ideas durante la actuación, las incorporamos al instante. Esto no ocurre con todo el repertorio, pero sí a menudo. ¿Cómo nace una composición suya? Empezáis con el piano, con una melodía o con un ritmo afrocubano? » «Cada creación surge de forma diferente. A veces parto de una idea musical y me acerco al piano, otras aparece primero una línea melódica o una progresión armónica, y otras simplemente surge de forma espontánea. Un claro ejemplo fue cuando computé que nadie se mataba con Rodrigo por Rodrigo Sosa durante la producción de su disco La Quenística, donde participé como arreglista, pianista y coproductor. Me pidió específicamente un tema con ritmo de jazz para quena. Me senté en el teclado y en 10 o 15 minutos surgió la pieza. Esta composición ha tenido múltiples versiones interpretadas por diferentes agrupaciones. Rodrigo la incluye habitualmente en su repertorio y solemos tocarla juntos cuando colaboramos. Así es como funciona mi proceso creativo: no sigue reglas fijas ni métodos académicos. Tiene algo de magia, porque hay días en los que las ideas fluyen con facilidad y otros en los que simplemente no aparecen. * * * Sobre el jazz cubano, Alejandro Falcón señala que la mayor de las Antillas es un país con una riqueza cultural extraordinaria, producto de muchas influencias: africanas, españolas, franco-haitianas y americanas. » Desde los inicios del jazz, hubo un intercambio constante: Los músicos cubanos tocaban en Estados Unidos, mientras que los artistas norteamericanos venían a inspirarse en lo que ocurría en este país. Esto es evidente en el feeling, en el mambo de Pérez Prado con formaciones de jazz band, o en las grandes orquestas como la de Benny Moré, que adaptó el formato de big band con el swing caribeño. «El pianista asegura que lo que realmente nos distingue es nuestra herencia rítmica: la rumba, el clave, esa fuerza africana en la percusión que nos hace únicos, como en Brasil con su samba o Estados Unidos con su blues. Esta identidad se refleja en todos los géneros que han surgido aquí: el danzón, la contradanza, el are en sus variantes (montune, nengón, kiribá, changüí), y muchos más. » Esa mezcla es nuestra esencia», insiste. Falcón define el jazz como respeto y libertad, creación en el momento. Para él, implica un profundo reconocimiento por el trabajo de otros músicos. Durante una interpretación, todos deben estar conectados: acompañando al solista, sintiendo su propuesta, y viceversa. Esta interacción crea una unión especial entre los artistas, tanto en la ejecución como en la atención auditiva. Si tuviera que elegir una de sus piezas para representar internacionalmente al jazz cubano, seleccionaría Monk en Pueblo Nuevo, una rumba que honra el estilo de Thelonious Monk, uno de los grandes innovadores del género. También mencionaría Danzando entre puentes, un danzón dedicado a su ciudad natal, Matanzas. Ambas obras encapsulan su visión musical. ¿Qué consejo daría a un joven que quiere dedicarse al jazz en un país donde predominan otros ritmos? Les diría que estudien mucho, que exploren todos los géneros. Más adelante podrán especializarse, pero el conocimiento musical siempre es valioso. Nuestra tradición es rica y hay que aprovecharla. Lo crucial es seguir superándose constantemente, aprendiendo cada día. La música es inmensa, y cuantas más herramientas adquieran, mayor será su crecimiento como profesionales, añade. Si se le insiste en qué otro disco le hizo decir: «Esto es jazz cubano», elige Nueva visión de Emiliano Salvador. » Es un disco que me encanta y al que siempre vuelvo. Representa a la perfección el jazz cubano: su estilo pianístico fusiona las esencias del género con una cubanía profunda. También es una referencia obligada para cualquier músico. También destacaría obras de Irakere, Chucho Valdés y Ernán Ópez- Nussa. «Aunque Alejandro Falcón confiesa que es difícil poner en palabras su esencia como artista, al final elige una frase que la revela por completo:» La música es mi pasión. » Tres palabras que resumen una trayectoria centrada en la defensa de los ritmos cubanos, el jazz y la creación constante. Para Falcón, la música nunca ha sido sólo una profesión, sino el lenguaje con el que dialoga consigo mismo, con su tierra y con el mundo. En vídeo, Alejandro Falcón y Cubinin invitaron a Yoandi Argudin» Monk en Pueblo Nuevo «Ver también: Día Internacional del Jazz:» Es mejor cuando se improvisa «
Cultura – Cubadebate