El ex seleccionador de fútbol, ex entrenador y comentarista deportivo, cantante y compositor de Pignoise, culmina la gira del 20 aniversario del grupo con un fantástico concierto en Madrid.
Llego un poco antes de la hora fijada al hotel donde nos hemos alojado y lo veo de lejos, plantado en la acera, móvil en ristre, auriculares inalámbricos ocluyendo los tímpanos y bolsa de loneta al hombro, uno de tantos urbanitas ultramodernos entre los años 20 y los 70 que se comieron la Gran Vía Madrileña. Es entonces, frente a la mesa de café, cuando Álvaro Benito, tatuado al galillo, se revela como un tipo serio, correcto sin llegar a cordial, quién sabe si por timidez o cuento. Pide una manzanilla. Los camareros, que le han reconocido, le atienden con el típico exceso de celo de quien quiere lucir celebridad sin molestar. Él se da cuenta, yo me doy cuenta, y todos no nos damos cuenta. Como estamos en vísperas del gran concierto de su grupo, Pignoise, ante unas 15, 000 personas en el Movistar Arena, decide romper el hielo por esa vía. ¿Está muy nervioso? ¿Por qué? Tengo la responsabilidad y el deseo de que salga bien, pero la música tiene mucha seguridad en su ejecución. Cuando vienes a un concierto de esta magnitud, estás preparado, y yo salgo a disfrutar. Bueno, el propio Sabina ha dado un susto en ese escenario, por lo que le impone. ¿Dónde se originó ese adagio? No sé, a lo mejor es venir del deporte y estar expuesto a miles de personas a algo que genera mucha más tensión, porque el fútbol es una competición y puedes perder. Sin embargo, perder en un escenario es muy difícil. Se supone que la gente paga la entrada porque le caes bien y tienes que hacerlo soberanamente mal para llevarte un pozo. El jovencísimo rodilla se lesionó gravemente y tuvo que dejar el fútbol. ¿Cómo recuerda aquella época? Más que una crisis fue una tragedia vital para mí. Tuve que empezar de cero y elegir un camino diferente porque todas las suposiciones sobre las que creía tener mi vida se vinieron abajo. Entonces, más que una crisis fue un derrumbe a los 23, 24 años, pero me levanté. Aquí, entre otras cosas, porque no tenía otra opción. Creo que el camino de la autocompasión no ayuda demasiado a nadie. Hay un momento para el arrepentimiento, que me parece bien, y luego hay que conseguir la aceptación. ¿Cuántos libros de autoayuda has leído o cuánta terapia has hecho hasta hablar así? Nada de nada. Soy una persona muy reflexiva. Y, en ese proceso, me dio mucho tiempo a ser realista, a entender que te pueden pasar cosas así, y peores, porque mi vida no corría peligro. Eso también me sirvió cuando era entrenador: vino una derrota y les dijo a los chicos que el luto puede durar un día, un día puedes flagelarte, pero al siguiente tienes que levantarte. No queda otra, hay que mirar hacia adelante. Al principio, me costó recuperar mi vida normal, porque era un ciudadano de a pie, porque los primeros años después de la lesión no podía ni andar. Tenía la esperanza de poder volver a jugar al fútbol, hasta que se vio que era imposible. A esa edad, ¿no se planteó retomar los estudios? Lo pensé, pero no. Empecé Derecho porque quería llegar a un final: Quería ser notario, pero, como tenía la vida resuelta con el fútbol, lo dejé. Por eso hay que hacer una oposición muy dura. Yo era muy empollón, muy buen estudiante, tengo muy buena memoria y soy de letras. Podría haber sido perfectamente. ¿Y cómo acabó en la música, haciendo un casting para el grupo Pignoise? Siempre había sido músico. Con 17 años me compré mi primera guitarra eléctrica: Toqué un tiempo y creí a Kurt Cobain. Cuando tuve la lesión, en el postoperatorio te da tiempo a todo. Empecé a echarle horas, me compré una batería y empecé a hacer canciones instintivamente, no tenía ni idea de armonía, pero me di cuenta de que me gustaba mucho la parte creativa. Ahí empezó todo. ¿Qué te costó más, la música o las letras? Al principio me daba vergüenza componer. No encontraba la forma de expresarme con franqueza y además sonar bien. No puedo explicarlo. Crees que lo que escribes no está bien. Es un proceso de aprendizaje. Ahora creo que estoy en mi mejor momento como compositor. El 80% de mi tiempo libre lo dedico a hacer canciones. Ahora mismo, me defino como músico. Hago otras cosas, pero en mi cabeza es mi ocupación principal. Pero, además, tiene el plan B y C de ser entrenador y comentarista deportivo, a lo que se dedica actualmente. La música no puede ser un plan. Es algo que tiene que hacerte feliz. Si un día no viene nadie a verme a los conciertos seguiré haciéndolo, porque es algo que va de dentro a fuera. Afortunadamente, el grupo está en su mejor momento. Nuestro público no sólo sigue ahí, sino que ha crecido en estos años. A los 48 años, ¿es un señor? Sí, soy un lord]rie]. Estoy cerca del quinto piso, y eso da vértigo. Sinceramente, el paso del tiempo me aterroriza. Mis letras hablan mucho de eso. Pasa tan rápido. Los últimos 15 o 20 años han sido un chal. Y no tengo ningún problema con eso. Soy la puta madre. Me encanta mi estilo de vida, físicamente estoy fenomenal, no tengo ningún reproche sobre mi estado de vida. Pero en otro chal tengo 60 y, dices, hostil, es que te has pasado un poco la vida. Es decir, tienes un síndrome de libro de Peter Pan. Ten por seguro que no sabría decírtelo, porque no quiero ser un niño siempre. No lo soy. Trabajo desde los 14 años. Me plantaría en los 34 o 35, eres fetén, es una edad en la que sabes lo que quieres y lo que no y aún eres joven. Más que un señor, lo que soy es un soñador. Siempre tengo algo en mente, y eso es lo que me mantiene vivo. Hablando de hijos, ¿nunca ha pensado en tenerlos? Creo que no. Soy muy infantil, y tengo adoración por mis sobrinos, pero nunca se ha dado la circunstancia de generar un entorno favorable, no he encontrado una mujer que me diga: adelante. Bueno, siendo hombre, todavía es joven para decir nunca. Yo creo que no. Sería injusto para mis hijos tener un abuelo en lugar de un padre. Mis padres me tuvieron muy joven y siempre les hemos dado las gracias por tener hijos. Y ahora agradezco tenerlos joven. Bromeando con el señorío, ¿hasta qué punto es masculino el ambiente de un vestuario de fútbol, como futbolista y como entrenador? No es un homenaje a la masculinidad. Yo he vivido jodiendo disfraces. Se genera una hermandad y un compañerismo increíble. Compartir objetivos en algo que, encima, requiere un esfuerzo físico, que necesita la ayuda de otros, genera vínculos para toda la vida. ¿Te cuesta mostrar tus sentimientos? Bueno, hay que mostrar una falta de indestructibilidad, como si no te afectara nada, y yo no lo soy tanto, pero sí. Creo que soy una persona dura y fuerte. Las condiciones que vives te forjan, pero también soy optimista, siempre veo la luz al final del túnel. ¿En qué medida le afectan las críticas como músico? Al principio teníamos críticas feroces. La niña que venía del fútbol y tal. Era raro que un tío, futbolista de élite, montara un grupo. Y coincidió que al principio estábamos muy verdes, esa es la verdad, y estábamos colocados. En general, siempre se me ha dado bastante igual lo que pensáis de mí. Y, con el tiempo, ni te cuento. Ahora, si alguien me dice algo de mi grupo en las redes, me deshago de él. Tengo que morderme los dedos una vez para no contestar. La gente no sabe nada de tu vida. No ha visto la emoción de la gente en nuestros conciertos. Es la mejor gira que hemos hecho, vemos a gente de 18 a 50 años. Además, hace 15 años que no sonamos en ninguna radio. Porque nadie pone dinero para que sonriamos. Y porque no tenemos discográfica, porque no nos satisface lo que nos ofrecen. Ahora, para el próximo disco, volveremos a salir con una multinacional, porque hemos satisfecho la propuesta artística y el grupo ha vuelto a ser tan grande que necesitamos logística. Álvaro Benito, en el estudio de tu casa de Madrid. Bernardo Pérez¿La música fue tu salvavidas en el derrumbe que dice que fue para ti tu lesión? No lo sé. Luego me ha alegrado mucho la vida, pero realmente, lo que me ayudó a superar la lesión fue mi fortaleza mental y mi familia. Pero digamos que la herida del fútbol ahí se quedó. Eso no cura nada. Ni la medicina ni la música ni nada. Lo aceptas, pero está ahí. Como entrenador chavale que ha sido, ¿cómo ve a los canteranos a partir de ahora? Todos somos hijos de nuestro tiempo. Estos de ahora tienen menos hambre. Hay más protección y más control. Antes vivías en la calle, jugabas en la calle, buscabas novia en la calle. Ahora sólo juegan al fútbol el tiempo de entrenamiento. Ellos están enredados, pero nosotros estamos atados. Cuando les entrenaba, intentaba educarles para lo que se iban a encontrar después. Les hacía ver la realidad. De cada generación, sólo 0. 01% llega a la élite. Pero intentaba ponerlos en su sitio desde la proximidad. Intentaba ser el entrenador que me hubiera gustado tener. Cuando veo a ciertos futbolistas bajarse del autobús sin mirar ni escuchar a nadie, me parece estar fuera de la realidad. No estoy de acuerdo. Lo ves desde fuera. Es lo que viven todos los días. En los equipos también te trasladan, que tienes que meterte en una fortaleza y protegerte. Entonces, el futbolista sigue viviendo su propia realidad, que no puedes juzgar, porque no la conoces. Te aseguro que el 90% de los futbolistas que he conocido son gente normal, muy puta madre, con la humildad que se puede tener cuando eres una estrella mundial, que eso condiciona tu vida. Tienes que ponerte los zapatos en estas circunstancias desafiantes. He conocido egos mucho más denigrantes en la música que en el fútbol. De aquí a Lima. Gente que no es estrella mundial ni ninguna leyenda que va por ahí con unos aires de grandeza que flipas. El deporte te tira al suelo, y en la música es muy difícil si no quieres. Bueno, para hiperbólicos y pasionales, los periodistas deportivos. Yo no lo soy. Soy más bien un analista de juegos. Me gusta contar el fútbol y creo que tengo el punto de vista de estar en el campo y formarme como entrenador. Lo bueno del fútbol es que siempre te puedes sorprender. Para mí es un arte porque provoca lo mismo que el arte: sorpresa. Por mucho fútbol que hayas visto, siempre puedes sorprenderte. Es uno de los pocos deportes donde ser mejor no te asegura ganar y donde puedes acabar cero, cero. En 2019, el Real Madrid le despidió como entrenador de la cantera por criticar al primer equipo como comentarista. Ha dejado de ser madridista? Jamás de los jamases. A mí el Real Madrid no me ha hecho nada, otra cosa es lo que una persona haga allí. Pero el Real Madrid ha marcado mi vida. Donde lo lleva dentro el tatuaje de ‘ Hala, Madrid ‘. Para mí, jugar en el Real Madrid es lo más importante que he hecho, hago y haré. El sueño de mi vida. Por eso me río cuando dicen que soy antimadridista porque, como analista, creo que un fichaje es o no es criminal. Me pongo enfermo. PIGNOISEÁlvaro Benito (Ávila, 48 años) lo tenía todo para convertirse en una leyenda del Real Madrid, cuya cantera había cumplido los 14 años, cuando una gravísima lesión de rodilla, agravada por un accidente de tráfico, le apartó del fútbol profesional a los 24 años. En las largas convalecencias entre operación y operación, cogió la guitarra eléctrica que se compró a los 17 años, se hizo con una batería y, de aquellas sesiones, surgió el germen del grupo Pignoise, que formó junto a Pablo Alonso y Héctor Polo. La canción Nada que perder, elegida como banda sonora de la serie Los hombres de Paco les lanzó a la fama masiva entre un público joven que les ha acompañado en los 20 años de la banda y cuyo aniversario celebran el 7 de abril con un concierto en el Movistar Arena de Madrid. Si Benito, que también es entrenador de jóvenes y comentarista deportivo, le pregunta cuál es su profesión, responde sin dudarlo: «La música».
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Llego un poco antes de la hora fijada al hotel donde nos hemos alojado y lo veo de lejos, plantado en la acera, móvil en ristre, auriculares inalámbricos ocluyendo los tímpanos y bolsa de loneta al hombro, uno de tantos urbanitas ultramodernos entre los años 20 y los 70 que se comieron la Gran Vía Madrileña. Es entonces, frente a la mesa del café, cuando Álvaro Benito, tatuado al galillo, se revela como un tipo serio, correcto sin llegar a cordial, quién sabe si por timidez o cuento. Pide una manzanilla. Los camareros, que le han visto, le tratan con el exceso de celo de los que quieren llevar a un famoso sin molestarlo. Se da cuenta, como yo, de que no nos la damos unos a otros. A medida que nos acercamos a la víspera del espectacular concierto de su grupo, Pignoise, ante unas 15, 000 personas en el Movistar Arena, tomaron la decisión de romper el hielo haciéndolo. PIGNOISEÁlvaro Benito (Ávila, 48 años) lo tenía todo para convertirse en una leyenda del Real Madrid, cuya cantera había cumplido los 14 años, cuando una gravísima lesión de rodilla, agravada por un accidente de tráfico, le apartó del fútbol profesional a los 24 años. En las largas convalecencias entre operación y operación, cogió la guitarra eléctrica que se compró a los 17 años, se hizo con una batería y, de aquellas sesiones, surgió el germen del grupo Pignoise, que formó junto a Pablo Alonso y Héctor Polo. La canción Nada que perder, elegida como banda sonora de los 20 años de la banda, les dio un enorme estrellato entre un público joven que les ha acompañado durante los 20 años de la banda. El 7 de abril celebran su aniversario con un concierto en el Movistar Arena de Madrid. Cuando a Benito, que también es entrenador juvenil y comentarista deportivo, le preguntan cuál es su línea de trabajo, responde de inmediato: «La música. «