La banda madrileña, que triunfa con su guitarrista pop y sus mensajes generacionales en un Movistar Arena lleno con 15, 000 personas, no se resiente de las dificultades técnicas.
Llevar 25 años y coincidir en el camino con Carolina During debe ser muy estimulante. De hecho, lo es: que se lo pregunten a los 15. 000 espectadores, muchos de esa edad o alrededores, que llenaron anoche el Movistar Arena de Madrid. Lo recordarán quienes convivieron en su juventud con el Nacha Pop de Nada puede parar o con Los Planetas de Un buen día. Son grupos que transmiten un sentimiento de pertenencia generacional, que cuentan, hablan y sienten como su quinta generación. Sentirse identificado es inevitable. Y poseen el talento y el privilegio de subir al escenario y cantarlo. Carolina Durante su concierto de anoche con Joderse la vida, donde canta su vocalista, el carismático Diego Ibáñez: «Mi madre me llama: ‘ ¿Cómo estás, cariño? Llevo meses preocupada, mi amor, tu hermano me dice que estás deprimido. ‘ No te rayes, mamá, mañana me cuido». En la etapa final atacaron Hamburguesas, donde implora: «Porque hay cosas preciosas: hamburguesas, fútbol, mi madre. / Mis amigos suman más que mis demonios». En medio, un viaje de una hora y 45 minutos poblado de canciones que captan el estado de ánimo de una generación, la de los veintisiete, atribuida, preparada y con un futuro desconcertante. Su banda sonora retumbó anoche en un buen concierto que podría ser mejor si no tuviéramos que hablar de las dificultades técnicas. Pero tenemos que hablar de ellas. Cuando llevaba una hora de espectáculo, unos problemas en los monitores obligaron a parar la música. Fue un anticlymax justo cuando más fobia daba el recital. Os músicos vineram a abandonar o palco e sairam 15 minutos depois. Después hicieron falta un par de canciones para enderezar el rumbo. Al final del concierto, el bajista, Martin Vallhonrat, dijo: «Gracias por la paciencia que han tenido en este accidentado concierto». Hasta el momento de la interrupción todo iba sobre ruedas en un concierto no sólo con la presencia de miembros de la generación Z. Aunque eran mayoría, por las gradas había treintañeros, incluso cuarentones, sin duda atraídos por el ímpetu, el descarte y la energía que aporta el cuarteto madrileño, que presenta en esta gira las canciones de su tercer disco, Choose your own adventure. Otra actuación de Carolina During en concierto que incluía su álbum más reciente, «Elige tu propia aventura». Eduardo Parra (Europa Press) subió al escenario a las 21. 10 horas y se colocaron los instrumentos mientras sonaba la sintonía de la serie The Office. El escenario simulaba una oficina ortodoxa, con su estantería de archivo, la impresora, las mesas asépticas, la máquina expendedora de agua y café, la puerta metálica del ascensor. . . . Quizá el cuarteto quiso con este montaje ironizar sobre algo que se ha liberado: el cumplimiento de un horario laboral, la monotonía del papeleo, la sumisión al jefe, la rutina burocrática. . . La jaula, sin duda. En lugar de ocupar el espacio unos oficinistas perezosos deseando acabar la jornada, allí estaban Diego, Martín, Juan y Mario (reforzados por otros dos músicos) atando fuerte a sus canciones de guitarra. Anoche asistimos al hallazgo del palo actual en la música española del pop-rock de costuras clásicas, que se basa en una columna vertebral que consiste en la voz-guit Carolina Durante es la punta de lanza del movimiento. La escena urbana no muestra una curva descendente (tres noches llenó este mismo recinto Quevedo hace diez días), pero es saludable que haya otro estilo pujante. Martín Vallhonrat, bajista del grupo, anoche en Madrid. J. P. Gandul (EFE) no es un grupo Carolina en el que destaque por las virilerías instrumentales. No lo pretende. Suenan compactos, a veces impregnados, pero siempre siguiendo el camino que dicta la composición. Diego, el vocalista, tiene un gran reclamo. A veces se maneja con el picado salvaje de un, digamos, Liam Gallagher. Pero la mayor parte del tiempo se maneja dentro de una hosquedad de movimientos que le hace mantenerse en el terreno de lo cool. Se mantiene en una pose molona que no hace pensar a la facción indie de su público que está ante una etapa Dani Martín Zapatillas. Diego está continuamente sometido a arrebatos que le hacen parpadear, retorcerse, lanzar marcianadas, golpearse la cabeza con la mano. . . Parece como si alguien le estuviera poniendo alfileres a su muñeco de trapo en un ritual vudú. Le falta echar espuma por la boca. Lo sensacional es que nunca pierde ni la brújula ni la potencia vocal. En la fase final, cuando el recital se había calentado de nuevo tras el paraón, subieron al escenario dos invitados: Barry B, con el que compartieron Pensé que había tocado a Dios, y Gara Durán, que hizo de Amaia (la navarra canta en la versión grabada) en Perdona (Ahora sí. ). Por último, el intérprete de Motomani no aparece en Normal, un tema que los madrileños tratan en el álbum. Pero al terminar la canción, Diego se acordó de ella: «Gracias a Rosalía, gracias al número uno». El último recuerdo, sin embargo, fue para alguien que se ha convertido en una figura reivindicada por la juventud actual. «Gracias a mi madre, que me ha aguantado con este disco lo que no está escrito», gritó Diego, que se deshizo en pancartas y telas con mensajes escritos que le lanzaron desde el público.
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Tener 25 años y viajar con Carolina During debe ser muy estimulante. En realidad, pregúntele a los 15. 000 espectadores que abarrotaron anoche el Movistar Arena de Madrid, muchos de los cuales tenían esa edad o se encontraban en ese lugar. Será recordado por aquellos que convivieron en su juventud con el Nacha Pop de Nada puede parar o con Los Planetas de Un Buen Día. Son grupos que transmiten un sentimiento de pertenencia generacional, que cuentan, hablan y sienten como su quinta generación. Sentirse identificado es inevitable. Y tienen el talento y el privilegio de interpretarlo sobre el escenario. Siga leyendo.