El diplomático boliviano que tradujo «Mein Kampf» denunció a Hitler como dictador entrante por sus supuestos orígenes. Se llevarán a cabo más investigaciones en este sentido, según un documento descubierto por el historiador Marc Navarro.
Hitler y Franco pasan revista durante su reunión en Hendaya, Francia, el 23 de octubre de 1940. ullstein bild / Getty ImagesLa Alemania nacionalsocialista sentía curiosidad por los orígenes y el carácter de Francisco Franco, el general que lideraba el bando golpista en la Guerra Civil en España y al que Berlín ya prestaba un inestimable apoyo militar. Era finales de 1936. Por eso, cuando un diplomático boliviano admirado por Adolf Hitler se puso en contacto con las autoridades alemanas para señalar que su aliado español sería «judío», el régimen antisemita que perpetraría el Holocausto tomó nota con interés. «Por razón de importancia, se tramita el anterior informe sin que hasta el momento se haya podido comprobar su exactitud», se lee en un documento sellado en la Oficina II 112, encargada de investigar y perseguir a los judíos en el llamado SD, el Servicio de Seguridad del Reichsführer de las SS, Heinrich Himmler. El documento, fechado el 16 de diciembre de 1936, añade: «Se harán más investigaciones en este sentido». Más informaciónJulián Casanova, historiador: «Lo bueno que hizo Franco fueron las democracias sin tortura ni pena de muerte» No se sabe si Himmler o el jefe del SD, Reinhard Heydrich, siguieron señalando al diplomático boliviano, que se llamaba Federico Nielsen- Reyes y había sido el traductor de la primera edición española del libro de Hitler, Mein Kampf (Mi lucha). Pero el documento, encontrado en el Archivo Federal de Berlín por el historiador Marc Navarro (Barcelona, 35 años), refleja la obsesión del régimen nazi y de sus partidarios por la cuestión racial. Pone de relieve las contradicciones en las que el fanatismo antisemita podía colocarlos en sus relaciones internacionales. En 1936, la Alemania de Hitler ya aplicaba leyes raciales contra los judíos. Faltaban dos años para el pogromo de noviembre de 1938 y unos pocos años para la plena aplicación de la llamada solución final y el asesinato sistemático de seis millones de judíos europeos. Al mismo tiempo, como explica el historiador Julián Casanova en la biografía Franco (Crítica, 2025), los nazis habían elegido a Franco, desde pocos días después del golpe del 18 de julio contra la II República, como su interlocutor privilegiado entre los generales sublevados en España. El historiador Marc Navarro, en Berlín, el 29 de mayo de 2025. Patricia Sevilla Ciordia «Las autoridades del Tercer Reich que negociaron con Franco el préstamo de material de guerra le presionaron desde finales de agosto para que asumiera el poder», escribe Casanova. No tardó mucho. En otoño de 1936 fue nombrado jefe de Gobierno del Estado español y Alemania reconoció el golpe como Gobierno legítimo de España. Berlín ya había entregado aviones de guerra, armas y municiones que servirían para el primer asalto a Madrid, y envió a España el grupo de combate conocido como la Legión Cóndor. Si hubiera sido cierto lo que señalaba Nielsen- Reyes, que Franco era judío, ¿cómo podría Hitler haber mantenido la férrea alianza con él? El boliviano fue un diplomático con cargos en el Olimpismo, estuvo en contacto con criminales de guerra en América Latina y, en su aspecto más pintoresco, parece un personaje del libro de Roberto Bolaño Literatura nazi en América. Ciertamente sabía que, en aquel año decisivo para la historia de España y de Europa, era un punto sensible. «Asunto: General Franco. España», dice el encabezamiento de la sala II 112. «De acuerdo con la información disponible aquí, Mr. Nielsen- Reyes de la misión boliviana en Berlín dice que el jefe del gobierno nacional español, el general Franco, sería judío». Añade que una noticia de un diario católico suizo «hace la misma afirmación», según la cual «Franco sería descendiente de los Marrans», nombre de los judíos convertidos a practicar el judaísmo en secreto. El documento, firmado con una inicial por un tal «C». , concluye con el propósito de «hacer más averiguaciones en este sentido». Documento encontrado por el historiador Marc Navarro. Cuando Marc Navarro descubrió el papel en el Archivo Federal de Berlín, vivió uno de esos momentos eureka que resultan impagables para cualquier historiador acostumbrado a lidiar con áridos documentos burocráticos en tediosas sesiones entre carpetas y microfilms. Ocurrió a mediados de 2023 mientras investigaba para la tesis doctoral que defendió el pasado diciembre en la Universidad de Barcelona, titulada La embajada de España en Berlín, 1931-1945. «No sé si realmente es inédita o no, no puedo poner la mano en el fuego», dice, «pero es la primera vez que la veo o que oigo hablar de ella». Dio a conocer el hallazgo durante una conferencia en la misma embajada el 15 de mayo sobre los diplomáticos españoles y la Shoah. «Cuando lo encontré fue un poco de alegría, porque son cosas que uno ha leído en otros autores, cosas sobre las que se especulaba, sobre si Franco tenía raíces judías o no, como también se ha especulado durante muchos años sobre si era masón», explica. «Este documento no prueba absolutamente nada, pero me sirvió para demostrar que, más allá del rumor, más de uno se lo tomó en serio, hasta el punto de, entre comillas, informar o molestar a las SS con el tema». Lo que podría haber ocurrido, según el análisis de Marc Navarro es lo siguiente: «Estoy seguro de que [Nielsen-Reyes] escribió o advirtió a todas las personas posibles, especialmente conociendo la bipolaridad del Estado alemán entre las instituciones gubernamentales y el partido nazi. En cualquier caso, estoy seguro de que tanto el partido nazi como el gobierno recibieron esta información, de una u otra forma». El papel encontrado por Navarro documenta una posibilidad que los especialistas ven y citan desde hace tiempo en sus trabajos. En El Holocausto y la España de Franco (Turner, 2022), Enrique Moradiellos escribe: «Ya durante la propia guerra mundial, aquel rumor sobre la ascendencia hebrea de la familia de Franco circuló por las esferas diplomáticas europeas y llegó a contener en algún momento al propio Hitler». Gonzalo Álvarez Chillida, en El antisemitismo en España (Marcial Pons, 2002), explica que, según el periodista e historiador Ramón Garriga, «parece ser que Heydrich ordenó una investigación sobre el tema aunque no dio ningún resultado». Federico Nielsen- Reyes, el hombre que transmitió a los nazis que Franco podía ser judío, no era un diplomático, sino alguien cercano al régimen de Alemania, el país de su padre. Nació en La Paz en 1904. Moriría en Madrid en 1987. «Nazi de primera hora y miembro de la élite del país andino», le define Jesús Casquete, de la Universidad del País Vasco, en su estudio La primera edición española de Mein Kampf, publicado en la Revista de Estudios Políticos en 2019. Casquete afirma que Nielsen-Reyes es el autor de la traducción sin firma de Mein Kampf al castellano, publicada en 1935 en Barcelona por la Editorial Araluce y, dos años después, en Ávila por la editorial del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, el partido nazi. Existían versiones de fragmentos de la obra de Hitler, pero ésta es la primera autorizada y publicada como libro, aunque en versión abreviada. En la página web de la casa de subastas belga Arenberg, hay un ejemplar original del libro con una dedicatoria al industrial y emisario boliviano en París Simón Ituri Patiño, fechada en agosto de 1936. «Cuánta falta hace en nuestra patria pensar, sentir y actuar como lo ha hecho en Alemania el gran conductor de este pueblo Adolfo Hitler», escribe. Se designó a sí mismo como «F. Nielsen-Reyes, traductor del libro». Que Nielsen- Reyes era un nazi convencido lo acredita un memorándum recibido por el presidente estadounidense Franklin Roosevelt en 1942, y también cita Casquete, en el que se le describe como «un gran propagandista nazi en Sudamérica». Otro autor, el alemán Dieter Maier, indica, en un texto publicado en 2024, que Nielsen Reyes se cruzó en algún momento, probablemente a finales de los años cincuenta o principios de los sesenta, con el criminal nazi Walther Rauff. Rauff es uno de los protagonistas del último libro del abogado y escritor Philippe Sands, London 38 Street. Dos casos de impunidad: Pinochet en Inglaterra y un nazi en la Patagonia (Anagrama, 2025). Tras la Segunda Guerra Mundial, huyó a América Latina y trabajó durante un tiempo para el Bundesnachrichtendienst (BND), los servicios de inteligencia de Alemania Occidental. Aunque estaba instalado en la Patagonia, sus contactos llegaban hasta Bolivia. Maier cita un mensaje al BND en el que Rauff escribe, refiriéndose a Nielsen- Reyes y en términos que parecen elogiosos, como si le diera un sello de credibilidad: «Ha traducido Mein Kampf al español. Aún hoy es un seguidor de HITLER». Durante su investigación en el Archivo Federal, Navarro aportó otro documento de la misma época que el de Nielsen- Reyes sobre el supuesto origen judío de Franco. Se trata de una carta fechada el 29 de noviembre de 1936 dirigida al «muy estimado sr. Reichsführer de las SS». Se trata de Erich Baumeister, colaborador de Lorenz Mensch, hombre de confianza de Himmler, para quien preparaba horóscopos de personas de interés. La carta, de la que ya se había hecho eco hace unos años el periodista Udo Röbel, es apenas legible, pero de ella se deduce que informa a Himmler de que se está preparando un «estudio astrológico» sobre Franco. Es conocida la afición de algunos nazis, entre ellos Himmler, por el ocultismo. «Mis observaciones son, por supuesto, una declaración totalmente objetiva y no partidista sobre el tema de España», promete el astrólogo. «Con el estudio astrológico», apunta Marc Navarro, «ya se ve que]el de Nielsen- Reyes] no es el único documento interesado en la figura de Franco, con sus orígenes o con su futuro más inmediato en el contexto de la guerra». Tampoco se sabe, en este caso, qué hicieron los nazis con el horóscopo, ni para qué les habría servido. Sobre la denuncia de Nielsen- Reyes, Navarro dice: «No puedo probar ni afirmar que se estuviera procesando». Pero añade: «No creo que llegaran a ninguna conclusión determinante, porque no creo que fuera posible». Los beneficios económicos y militares de Alemania por su relación con el bando franquista eran tales que «a estas alturas ya era lo mismo. » Independientemente de lo que descubriera la Alemania nazi tras las cartas de finales de 1936, el apoyo de Hitler a Franco continuó. La ayuda militar continuó y la Legión Cóndor bombardeó Gernika en abril de 1937. En mayo de 1939, al celebrar la victoria en la guerra, Franco llamó a estar alerta contra «el espíritu judío que permitía la alianza del gran capital con el marxismo», como recuerda Julián Casanova en su biografía. El dictador se alinearía con Hitler en la II Guerra Mundial, aunque España no entraría oficialmente en combate. El biógrafo recuerda que «las principales jerarquías nazis no valoraron positivamente la beligerancia española, por considerarla una carga económica y militar». Este fue el contexto de la cumbre Hitler-Franco del 23 de octubre de 1940 en Hendaya. Según Casanova, «Hitler no fue a Hendaya a pedir que España se uniera a la guerra; hizo un largo repaso de las exigencias españolas en Marruecos, de las paupérrimas condiciones materiales en que se encontraba la nación y de la lista de suministros que necesitaba para su intervención militar. » Al concluir la entrevista, Franco comentó a su ministro de Asuntos Exteriores, Ramón Serrano Suñer, refiriéndose a los alemanes: «Esta gente es intolerable. No quieren que nos unamos al conflicto porque sí. El almirante Wilhelm Canaris, jefe del servicio secreto alemán, consideró que Franco no era «un héroe, sino un poco coqueto». Sin embargo, como recuerda Casanova, «Franco no rompió relaciones con el Tercer Reich hasta el 8 de mayo]de 1945]». Es decir, el día de la capitulación de Alemania. Si en algún momento, como parece indicarse en la sala II 112, tuvo dudas sobre Franco, cambió de opinión. El profesor Cascete cita en su artículo el prólogo de la segunda edición española de Mi lucha, publicada en Ávila en 1937. El diplomático boliviano escribe que, en España, «el Generalsimo Franco sostiene una fuerte lucha por salvar a su glorioso pueblo de la garra comunista». Si hubo algún caso sobre el judaísmo de Franco, pronto se archivó.
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La Alemania nacionalsocialista sentía curiosidad por los orígenes y el carácter de Francisco Franco, el general que lideraba el partido golpista durante la Guerra Civil española y al que Berlín ya había prestado un apoyo militar sin parangón. Era finales de 1936. Así, el régimen antisemita que perpetraría el Holocausto tomó nota con interés cuando un diplomático boliviano que admiraba a Adolf Hitler se puso en contacto con las autoridades alemanas para informarles de que su aliado español sería «judío» tomó nota. Seguir leyendo