El Festival de Jerez organiza una serie de espectáculos que acercan al espectador a figuras históricas como las coplas de principios del siglo XX o el grupo de la Generación del 27.
Las fuentes en las que se inspira la creación del baile y la danza flamencos actuales son innumerables, al igual que los protagonistas de la disciplina. No por casualidad, entre los espectáculos que se presentan en la 29 edición del Festival de Jerez, que se celebra hasta el 8 de marzo, hay una corriente de sororidad en la inspiración de algunas de esas obras, que encuentran su leit motiv en mujeres creadoras o artistas, históricas o legendarias, con nombres y apellidos o sin rostro. Las autoras de estas obras son igualmente mujeres y creadoras, un hecho que tampoco parece casual. El grupo de mujeres de la Generación del 27 conocido como Las Sinsombrero sirvió de inspiración a la nueva obra de Mercedes de Córdoba (Mercedes Ruiz, 45 años) para su bailarina y coreógrafa. Accedió a ellas por puro azar, pero quedó hechizada en cuanto empezó a saber más de sus historias personales. Sintió primero rabia y enfado por no haberlas conocido antes, y luego una indignación que, suavizada por el amor, se convirtió en el motor creativo de su nuevo proyecto, olvidadas (A Las Sinsombrero), que llevó el pasado jueves al Festival de Jerez cuando el ciclo llegaba a su ecuador. La obra encierra una idea de perdón para ellas y de reivindicación de sus vidas para «salvarlas de la oscuridad, la represión y el silencio al que fueron sometidas». La primera de esas mujeres fue la escultora, ilustradora y poeta Marga Gil Roësset, creadora temprana y autora de una gran obra, a pesar de haberse suicidado (por amor al poeta Juan Ramón Jiménez) con sólo 24 años. Mercedes le siguió la pista y le dedicó Infinita, work in progress de la obra actual. Después vinieron otros cofrades: la filósofa María Zambrano, la escritora Concha Méndez, la pintora Maruja Mallo. . . En la representación escuchamos los testimonios de las dos primeras como «una muestra de lo que no debería ocurrir», en palabras de la bailarina. La ruptura interior del exilio, en la voz de Zambrano, y el recuerdo de la exclusión y el ninguneo en las palabras de Méndez – «Yo quise ser algo / las chicas no son nada»- recorren la obra como una letanía. La muestra de Mercedes de Córdoba homenajea a las mujeres de la Generación del 27 conocidas como Las Sinsombrero. Esban AbiónEl diseño del espectáculo, reconoce en conversación con EL PAÍS, se basa en su obsesiva necesidad de sacarlas del olvido. En homenaje a Maruja Mallo, creó «un encuentro, un mundo imaginario inspirado en ellos», lleno de metáforas y símbolos, como los mantones, que aluden al llamado silencio y al olvido. «El espectáculo es oscuro, porque la historia y el proceso creativo -que califica de conjunto con su compañía- han sido duros», advierte. Como en sus anteriores creaciones-To be, ni conmigo ni sin mí y Sí, quiero, entre otras- incorporará la danza corporal con coreografías grupales alusivas que, en ocasiones, buscarán la diversión. Los tres bailarines, que son los míos personales y los de ellos, son los dos mundos que constituyen el vehículo expresivo de lo que hay en mi cabeza, prosiguió, «El espacio escénico es íntimo». La bailarina malgache Luisa Palicio (40 años) ha encontrado inspiración en otras mujeres con rasgos distintos, pero que comparten el mismo olvido, las copleras de principios de siglo: «Hoy casi nadie las conoce ni las recuerda», dice en conversación telefónica. A la memoria y reivindicación de aquellas «heroínas» dedica su espectáculo El penúltimo cuplé, que también presenta en Jerez (3 de marzo, sala Compañía). Son La Chelito, La Fornarina, Raquel Meller, Amalia Molina y La Cachavera, artistas a las que darán vida, por este orden, Luisa Palicio, Coral Moreno, Ana Oropesa, Inma La Carbonera y Ángeles Rusó. Tres bailarinas, una cantante y una actriz para una función en la que todos bailan e interactúan mucho sobre el escenario: «Vamos a movernos por terrenos en los que no solemos hacerlo, aunque, lógicamente, el peso de la canción se lo lleva La Carbonera», a la que Palicio reconoce valores escénicos adicionales. Para revivir este tipo de cabaret o teatro que mira al pasado, admite que se «salen» en cuanto al uso de sombreros, mantones bordados o lentejas, necesarios para revivir la época de sus heroínas, pero sin hacer olvidar que eran auténticas guerreras, «que estaban en sus personajes con todos esos brillos, para, a la mañana siguiente, ejercer de madres, por ejemplo». Eran divas internacionales, según Palicio, y eran «las que más llegaban en su género», pero también eran despreciadas socialmente como víctimas del machismo de la época y de la doble moral imperante. «Para Palicio, es fundamental que el arte que practica, el flamenco», siga contando cosas y sirva también para reivindicar y remover conciencias». Por eso, quizás, en su acercamiento a las coplas históricas intenta» mostrar la esencia de lo que hacían en aquellas salas de varietés». Y es que, sin perder nuestra propia condición -soy bailaor ante todo-, sabemos transmitir su idiosincrasia y sus cuplés. «La artista Luisa Palicio. Javier CaróLa también bailarina y coreógrafa María del Mar Moreno (51 años) cerrará el festival el 8 de marzo (teatro Villamarta), Día de la Mujer, una fecha de la que es plenamente consciente. De hecho, también es una mujer la fuente de inspiración de su espectáculo Amor y gloria, aunque en esta ocasión sin nombre ni apellidos. Moreno forma parte de una abstracción para recoger vidas femeninas, sin rostro, pero con sus estados emocionales: duelos, conflictos o miedos, y también pasión y deseo como componentes de su inconformismo y rebeldía. Mujeres, sean o no artistas, porque «¿dónde acaba una y empieza la otra? «pregunta. Para captar cada uno de estos elementos, Moreno se ha rodeado de cuatro artistas de carácter singular y, con ese encuentro, busca que cada uno tenga» su momento para confluir en el de todos». Así, Nancy Fabiola Herrera ha invitado a la mezzosoprano internacional, que con sus intervenciones -un tema de La vida breve, de Falla, y dos de la ópera Carmen, de Bizet- pretende provocar sentimientos. También cantará la gaditana Ana Salazar, que además baila o realiza funciones de actriz. Para el baile ha elegido a dos compañeras de perfil muy diferente: la sevillana Pastora Galván», que lleva dentro la tradición de la antigua Triana», y la también gaditana Rosario Toledo, con grandes dotes para las elecciones y un baile muy opuesto al anterior. Moreno, que reconoce tener «un poco de todos ellos», se reconoce, sin embargo, «más sobrio, de los sentimientos de Jondoiya y volcánico». En cualquier caso, rechaza las etiquetas para enmarcar su obra:» Hay cosas que pertenecen al terreno de lo intangible, que no se pueden explicar, porque si se pudiera, no sería necesario bailarlas», concluye, citando a Isadora Duncan.
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La inspiración para el desarrollo del baile y la danza flamencos actuales es innumerable, como lo son los protagonistas del género. Puede que no haya sororidad en la inspiración de algunos de los espectáculos que se presentan en la 29 edición del Festival de Jerez, que se celebra hasta el 8 de marzo, y que encuentran su leit motiv en mujeres creadoras o artistas, históricas o legendarias, con nombres y apellidos o sin rostro. Las autoras de estas obras son también mujeres y creadoras, un hecho que no parece fuera de lo común.