El nuevo Premio Nacional de Tauromaquia confirma la politización de la fiesta de los toros

El toreus se abstiene de luchar con uñas y dientes por la recuperación de un derecho robado con alevosía y es puesto en manos de una elección política.

  

«Ya está bien de la politización de la tauromaquia, el toreo no es de derechas, no es de izquierdas. La novillada, como la cultura, es del pueblo y de la gente que quiere sentir y disfrutar la tauromaquia como un espectáculo y un arte universal». Estas palabras fueron pronunciadas ayer por el torero retirado Julián López El Juli en el acto celebrado en la sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid, con motivo de la presentación del nuevo Premio Nacional de Tauromaquia. Sin pretenderlo, El Juli nombró la soga en casa del ahorcado, porque en el patio central de la Real Casa de Correos se estaba firmando en ese mismo momento la politización oficial de la corrida. Más informaciónUrtasun anula el Premio Nacional de Tauromaquia por «tortura animal «El Juli repitió lo que todo el matonismo lleva diciendo desde hace años, que no es de derechas ni de izquierdas, mientras el Partido Popular se apoderaba de la Tauromaquia. Ya se sabe que el origen de esto es Madrid. Y el acuerdo final entre estas tres partes es el que se ha presentado ahora en la Comunidad de Madrid. Para empezar, el Premio Nacional Tauromaquia ha pasado del ámbito institucional al meramente político. El toreo, representado por la FTL, deja de luchar con uñas y dientes por la recuperación de un derecho robado con alevosía, y se pone en manos de una opción política que sólo busca obtener rentabilidad en el río revuelto promovido por el ministro antitaurino. El Juli, durante su intervención en la Real Casa de Correos. ¿Hay algo más que pueda hacer? Son realmente taurinas las nueve Comunidades Autónomas que han salido en la foto? Obras son amores y no buenas razones. A todas ellas se les llena la boca de apoyo al patrimonio cultural de la tauromaquia, pero la realidad demuestra que su taurinismo no pasa de ser impostado. A la entrada, no parecen tener muy claro si los toros son cultura o no a la hora de su ubicación en la concejalía que se ocupa de este sector. La siguiente lista es esclarecedora: – Comunidad de Madrid: los toros dependen de la Consejería de Medio Ambiente, Agricultura e Interior. Junta de Andalucía: Consejería de la Presidencia, Interior, Diálogo Social y Simplificación Administrativa. Generalitat Valenciana: Consellería de Justicia e Interior. Consellería de Cultura y Deporte a efectos de promoción y fomento. Junta de Castilla y León: Consejería de Presidencia. Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio. Consejería de Cultura, Turismo y Deporte para la promoción y fomento. Junta de Extremadura: Consejería de Gestión Forestal y Mundo Rural. Dirección General de Infraestructuras Rural, Patrimonio y Tauromaquia. Consejo de Gobierno de la Región de Murcia: Consejería de Presidencia, Portavocía y Acción Exterior. Dirección General de Administración Local. Gobierno de Aragón: Consejería de Presidencia, Interior y Cultura. Servicio de Juegos y Espectáculos Públicos. Dirección General de Interior y Emergencias. Junta de Comunidades de Castilla la Mancha: Consejería de Hacienda, Administración Pública y Transformación Digital. Servicio de espectáculos públicos y autorizaciones administrativas. Gobierno de Cantabria: Presidencia, Justicia, Seguridad y Simplificación Administrativa. ¿Son realmente taurinas las nueve Comunidades Autónomas que han salido en la foto? Y lo mismo ocurre en aquellas otras comunidades ‘taurinas’ que no se han sumado al premio, como es el caso de Navarra, donde la tauromaquia está inscrita en el Departamento de Presidencia, Igualdad, Función Pública y Seguridad Interior, con el País Vasco ¿Cómo es que los toros, como cualquier otra disciplina en este ámbito, no están en la consejería que les corresponde legalmente? Y es más: ¿recibe la tauromaquia en los presupuestos de estas administraciones que se reparten por igual con otras industrias culturales? No. Y ambas cuestiones son mucho más importantes que apoyar la concesión de un premio taurino para marcar distancias políticas con un ministerio intransigente. O sea, que los taurinos no quieren enterarse de que a los políticos de todo signo, salvo contadísimas excepciones, les dan igual los toros. Y ahí están las pruebas: Mucho te quiero, pero poco pan. . . La única organización capacitada para conceder un premio taurino hasta que se restablezca el premio sustraído es la Fundación Toro de Lidia. Es todo el sector -empresarios, ganaderos, toreros y aficionados- la llamada a luchar hasta los cimientos para recuperar la igualdad perdida. Pero los taurinos, a la vista está, prefieren el acomodo de una opción política, la que sea, antes que el compromiso que garantice el respeto a la corrida. Es cierto que el extremismo de Urtasun ha abierto los ojos a muchos que ahora vuelven a las plazas como acto de rebeldía, pero también deja al descubierto la pasividad de los taurinos, incapaces de mirar más allá de sus narices. Victorino Martín tiene motivos para sentirse satisfecho: los taurinos ya le han dado un premio. Pero, quizá, su bonhomía le impide comprender que no es una idea brillante politizar la corrida. Por si había alguna duda, y sin pretenderlo, El Juli lo dejó claro ayer delante de todos.

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«Ya está bien de la politización de la tauromaquia, el toreo no es de derechas, no es de izquierdas. Como la cultura, la novillada es del pueblo y de los que quieren vivir y disfrutar la tauromaquia como un espectáculo y una obra de arte universal.

 

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