En su nuevo libro, «Lo propio y lo ajeno» (Renacimiento), el periodista y gestor pone en el punto de mira a quienes suelen estar en la sombra: los asistentes a las presentaciones de libros y otros actos culturales.
Cuando se habla de presentaciones de libros y otros actos culturales, a menudo se hace hincapié en lo que allí se presenta y en lo que dicen los oradores. Enrique Bueres (Oviedo, prefiere no decir su edad) da la vuelta a la tortilla y el poder a la gente cultureta: en sus crónicas recoge el punto de vista del asistente a los eventos. En lo mismo y soy un extraño. Un relato cultural (renacentista) se convierte en algo así como un crítico de presentaciones donde, con humor afilado (dice que involuntario), disecciona a los que aparecen sin piedad, pero también describe el ambiente de corrillos, saludos y avistamientos del mundillo literario. Este viernes, a las 19: 00, se presenta el libro en el Espacio Fundación Telefónica, donde el autor conversará con la periodista Ana Blanco. Saben hacerlo bien. . . Más informaciónAsí son las fiestas del mundillo literarioA Bueres, que lleva tiempo ejerciendo el periodismo y ha ocupado, demasiado tiempo, puestos directivos en Canal+ o Movistar+, le gusta frecuentar a la gente de la cultura, tratarla y mezclarla, y sabe mucho. Un amigo mío, David Trueba, y otro, Pepe Colubi, se lo ruegan. Y hay otros compañeros de batallas culturales como el poeta Martín López-Vega, el conocido escritor Félix Romeo, el director de festivales de cine José Luis Cienfuegos o la famosa periodista Marta Reyero, de la que Bueres es marido y cuyo rostro, por cierto, sale en portada («Ella no quería, pero yo le dije: ‘Si ves millones de personas en la tele, qué más te da cuatro personas en la libre'»). Recibe en la sala La Cacharrería, histórico lugar de tertulias de un notable centro cultural: el Ateneo de Madrid. En el prólogo David Trueba cuenta que te encargabas de retitular las películas porno de Canal+. Es falso. Trabajé allí 31 años y, bueno, sólo lo hice una vez. El sexo me interesa como el fútbol: más para jugarlo que para verlo. P. ¿Es cierto que cuando pusieron el porno bajaron un poco la codificación para que la imagen quedara entonada? A. No. Quizá daría esa impresión porque el porno tiene mucho de plano estático. Así que vas a reservar presentaciones. A veces por compromiso, a veces porque creo que me van a dar algo. Estos eventos son también un lugar de socialización. De hecho, una definición de cultura podría ser esta: lo que precede a las cañas. R. Sin embargo, no suelo quedarme. Fumo bomba. A veces las cosas se alargan mucho. Entonces eres un héroe: te vas cuando empieza lo bueno. Y a veces llamarlos actos culturales es exagerado: el hecho de publicar un libro no te convierte en escritor. O publicar un poema no te convierte en poeta. En España se publican 90. 000 libros al año, pero hay pocos escritores. Y poetas, ni te cuento. No creo que lleguen a 20. Bueno, pon 25. P. Una presentación literaria no es el mayor espectáculo del mundo. Si vas a la presentación de un libro, quieres ver al escritor. Pero muchas veces sale el director del espacio que básicamente lee el currículo. Luego va el presentador (o presentadores) y el moderador. Lo peor es cuando alguien dice:» Traigo aquí unos folios que les voy a leer». » Entonces las neuronas del presente, y supongo que del autor, desconectan, porque es insufrible. El periodista y gestor Enrique Bueres posa en la sala La Cacharrería del Ateneo de Madrid el 20 de enero de 2024. Claudio ÁlvarezP. Recuerda alguna presentación reciente. R. No hace mucho en la librería Rafael Alberti no vino el presentador a presentar un libro de Andrés Trapiello, así que se presentó el propio escritor. Pintaba, y muy bien, lo que nos interesaba. Si el escritor defiende, es una elección óptima. P. Entonces queda el anfitrión. Pero a veces hay muchos. . . R. En otra, en el Instituto Cervantes, se presentó un libro sobre Guillermo de Torre y los Borges, de Domingo Ródenas de Moya]Crítico de Ballelia]. Primero pusieron un vídeo de Luis García Montero, director del Instituto. Después habló Raquel Caleya, directora de Cultura del centro. Luego Jordi Gracia]presidente del Consejo Editorial de PRISA Media] quiso decir algo del público. Y después, como Silvia Sesé, redactora de Anagrama, habló Javier Cercas durante 45 minutos, emocionado. Cuando tocó al autor, dijo», ya no tengo nada que decir, lo has dicho todo. «El público también suele hacer aportaciones estrella. A. Esa es la parte más peligrosa. A menudo sale un loco o una loca que intenta darte un sermón como es debido. P. Ahora, los que dicen:» No tengo una pregunta, tengo un comentario «. . . ¿Cómo es una buena presentación? A. Que sea breve, que den ganas de comprar el libro. . . e incluso leerlo. Y que pase algo en el escenario. ¿Debería existir la figura del crítico de la presentación? A. Totalmente. Y, por cierto, la figura del crítico de programas de radio. Hay críticos de televisión, pero hay programas de radio que tienen más audiencia que la televisión. P. Un problema de la literatura es que la lectura es un vicio privado. No hay un momento de comunión intensa con el lector, como el que tiene un músico en un concierto. Lo más parecido es este tipo de eventos. Otro momento son las firmas en las ferias. Es curioso que promocionar un libro sea una actividad tan diferente a escribirlo. Y también a intentar publicarlo. Son fases muy diferentes por las que pasa el escritor. P. No todas gustan a todo el mundo. R. Hay escritores que hacen giras muy largas por España y Latinoamérica repitiendo lo mismo y respondiendo a las mismas preguntas. Como el que vende un chupito. Tienes que servir para lograr eso con entusiasmo y alegría. P. Pues hay gente que escribe para eso. Para participar en la vida literaria. R. Otros no quieren saber nada, tipo J. D. Salinger. Eso es lo ideal: que el público y el editor estén esperando tu libro y una vez entregado no tengan que mover un dedo. P. Uno de los lugares que frecuenta es la feria de arte ARCO, donde se ve lo moderno. R. Me encanta ARCO, voy todos los años. La parte de arte me interesa, pero es muy reiterativa: hace años que se ve. Piensa en París, ¡o en el mundo! entre 1890 y 1925: el mundo del arte y la cultura cambió por completo. En este cambio de siglo hay disrupción tecnológica, pero apenas hay disrupción en la cultura. Por eso se suele ver lo mismo: muñecas intervenidas, piezas con maquetas o cuadros de Saura, de Juan Gris o de Picasso. Voy con interés etnográfico más que artístico. P. ¿Cuál es la gracia entonces? Pues es la atmósfera. Ahora no hay tanta tribu de artistas modernos, pero hace unos años podías señalar con el dedo quiénes eran los valencianos. Y me gustan los encuentros fortuitos. Hay veces que sólo paso media hora y ya me encuentro con gente que sólo veo una vez al año. Me gusta hablar con artistas y galeristas, que siempre están muy dispuestos, quizá con la vana esperanza de que compres. P. Usted no tiene en mucha estima a influencers e instagramers. R. El sistema editorial se ha contaminado con esos libros a medida que escriben los equipos editoriales. Son como especies invasoras dentro del mundo editorial. Como las cotorras argentinas: donde aparecen, desaparecen los humildes gorriones. Por eso quería hablar del mundo artístico y literario puro y duro.
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A menudo, cuando se habla de presentaciones de libros y otros actos culturales, la atención se centra en lo que allí se presenta y en lo que dicen los ponentes. Enrique Bueres (Oviedo, que prefiere no decir su edad) da la tortilla a los culturetas y el poder en sus crónicas, que recoge desde la perspectiva del observador de los hechos. En lo mismo y soy un extraño. Un relato cultural (renacentista) se convierte en algo así como una crítica de presentaciones donde, con humor afilado (dice que involuntario), disecciona a los que aparecen sin piedad, pero también describe el ambiente de corrillos, saludos y avistamientos del mundillo literario. Este viernes, a las 19: 00, se presenta el libro en el Espacio Fundación Telefónica, donde el autor conversará con la periodista Ana Blanco. Puedes hacerlo ahora mismo, sigue leyendo