¿Es falso el ‘rubens’ más valioso de la National Gallery? El misterio del pie cortado y la pista española de Sorolla

La pinacoteca británica ha luchado por la autoría del pintor barroco flamenco Sansón y Dalila durante casi cuarenta años.

  

Al entrar en la sala 15 de la National Gallery de Londres, el visitante se dirige hipnotizado hacia el cuadro de fondo. Sansón, un gigante musculoso con el torso descubierto, descansa exhausto sobre el regazo de Dalila, que muestra sus pechos desnudos. El cabello del coloso israelí es cortado con tijeras por un cómplice de la bella filistea para quitarle su fuerza. Sansón y Dalila es una de las treinta obras maestras de su colección permanente que destaca con orgullo la pinacoteca nacional británica, atribuida al maestro del barroco flamenco Pedro Pablo Rubens. La polémica sobre la autoría de la obra, que dura ya casi cuarenta años, es una de las más intensas y violentas del mundo del arte. «Fue la primera vez que lo vi, de una manera reveladora. Fue en 1987, en la National Gallery. Rápidamente me di cuenta de que no era un Rubens. Era una copia barata de las que se ven expuestas los domingos en Bayswater Street (donde los pintores cuelgan sus cuadros en la valla que rodea el Hyde Park londinense)», explica desde Atenas la pintora e historiadora de Euphrosine Doxiadis, que ha dedicado media vida a desmentir la autoría del cuadro y lidera un grupo internacional de críticos. Todas sus décadas de investigación se han plasmado en un libro, NG6461: The Fake Rubens (NG6461: el Rubens falso, en referencia al número de catálogo de la obra en la National Gallery). Publicado el pasado mes de marzo, la batalla entre el artista y el museo londinense se ha recrudecido. Cena en casa del Burgomaestre Rockox, del pintor flamenco Frans II Francken. Álbum Para entender esta historia es necesario reconstruir los hechos, observar de cerca y con lupa los trazos del cuadro, viajar en el tiempo y, sobre todo, atender con la necesaria dosis de escepticismo tanto a las certezas como a las teorías que defienden una y otra parte. Rubens pintó Sansón y Dalila al comienzo de su madurez, a principios del siglo XVII. Acababa de regresar de un largo viaje por Italia, donde aprendió de los maestros renacentistas como Miguel Ángel o Leonardo, pero sobre todo le sedujo un artista transgresor, revolucionario, feroz en la luz y en el rostro, llamado Caravaggio. Es muy posible que la obra fuera un encargo de su amigo y mentor, el alcalde de Amberes, Nicolaas Rockox, cuya casa es hoy un museo. Nadie pone en duda que el cuadro existiera. Pero cuando Rockox murió en 1640, como ha ocurrido con muchos otros cuadros famosos, desapareció. Durante más de dos siglos, las únicas pruebas de la existencia de la obra fueron indirectas. En primer lugar, el cuadro titulado Cena en casa del burgomaestre Rockox, del pintor Frans II Franken. Pertenece a ese género denominado «pintura de habitaciones maravillosas», muy reclamado por los coleccionistas privados que querían mostrar, en una imagen que sirviera de inventario, todas sus riquezas acumuladas. En este caso, la clave está en que en el centro de la sala, entre otras reproducciones, se puede ver el Sansón y Dalila de Rubens. La segunda prueba es un grabado del cuadro realizado por el maestro impresor holandés Jacob Matham, en 1613, muy probablemente por el propio alcalde. ‘ Sansón y Dalila’, grabado del impresor Jacob Matham, a partir del cuadro original de Rubens. AlbuLa reaparición y las primeras dudas Sansón y Dalilano reaparecieron hasta 1929, en París. Fue entonces cuando un experto en Rubens, el alemán Ludwig Burchard, atestiguó la autoría. Fue un hallazgo histórico en el mundo del arte. El problema, sin embargo, es que cuando el citado experto murió en 1960, se descubrió que había considerado ricos a un gran puñado de falsos ‘Rubens’. En 1980, la National Gallery utilizó sus fondos para adquirir la obra en una subasta de Christie’s. Pagó 2 libras esterlinas. 5 millones (casi 3 millones de euros al cambio actual). Una minucia, con los precios que se manejan hoy en día, pero un récord en aquella época, que acaparó titulares. Desde entonces, el museo no se ha librado de una maldición en torno al cuadro que nunca ha podido hacer del todo. Detalle del pie derecho de Sansón, con los dedos cortados. Fragmentación del cuadro de Rubens «Sansón y Dalila» The National Gallery / AlbumComencemos por los detalles reveladores que, según los denunciantes, denuncian la falsedad de la obra. El primero, quizá el más llamativo y el que puede servir para convencer más fácilmente a un profano del arte: el pie de Sansón. El marco del cuadro de la National Gallery corta los dedos del pie derecho del gigante. Como esas fotos de aficionados en las que el encuadre está mal, y se corta una mano o un pie. Pero tanto en el grabado de Matham como en el lienzo de Franken, el pie aparece entero. Las manos y los pies son extremadamente difíciles de dibujar o pintar. Russo llevó la delantera en esos detalles hasta el punto de crear una obra titulada Estudio de los pies. Es extraño que, con esa habilidad, optara por hacer desaparecer los dedos, rompiendo así el equilibrio de la composición. Y hay más pistas. En la esquina superior izquierda del cuadro aparece una estatua de Venus y Cupido. Los brochazos parecen indefinidos, en un tono gris. Detalle de la estatua de Venus y Cupido. Fragmento del cuadro ‘ Sansón y Dalila ‘ de Rubens. The National Gallery / Album «Rubens llegó a escribir en latín un libro en el que desarrollaba toda una teoría sobre cómo pintar estatuas, De Imitatione Statuarum», explica el historiador griego. «Y siempre utilizaba tonos ocres y tierra, nunca blanco y negro». En la parte inferior del cuadro, a la derecha, como en los meninos de Velázquez, hay una puerta. Cinco personas contemplan la escena. Una de ellas mira directamente al espectador, como buscando su complicidad. En el grabado de Matham o en el cuadro de Franken, sólo hay tres testigos. Esta discrepancia sería una prueba más de la sorprendente teoría de Doxiadis sobre la autoría de la obra, que para ella es una copia. Según la autora griega, el cuadro procede del grupo de discípulos agrupados en Madrid a principios del siglo XX en torno al pintor Joaquín Sorolla. La copia de los clásicos era una buena forma de ejercitarse, y Rubens, por su maestría, era uno de los favoritos entre los estudiantes. El autor de la copia habría sido Gaston Lévy, coleccionista y conservador que acabó sus días en Nueva York, pero que en su juventud aprendió de la mano del pintor postimpresionista valenciano. Para demostrar la buena fe de una copia, y dejar claro que no se pretende realizar una imitación malintencionada, es norma no escrita en el mundo del arte introducir alguna sutil diferencia en la obra original que delate el plagio: por ejemplo, un pie cortado o un rostro cómplice que mira al espectador. La segunda figura de la derecha mira al espectador de forma cómplice. Fragmento del cuadro ‘ Sansón y Dalila ‘ de Rubens. La National Gallery / Álbum «Descubrimos el nombre de Lévy entre las notas de Burchard – el experto alemán que confirmó en 1929 la autenticidad de la obra – en 2000 entre los documentos de la National Gallery. ‘Comprado en París al restaurante Gastón Lévy’, había escrito a mano», dice Doxiadis. Para superar la polémica, el historiador afirma que la pieza expuesta en la National Gallery no es un óleo sobre madera de roble, como el original histórico, sino un lienzo fijado a una tabla que posteriormente se reforzó por detrás con otra plancha de madera. Insiste en que los responsables del museo se niegan a desmentir, con ayuda de la tecnología, su afirmación. La batalla de la National GalleryEl museo ha dedicado años de trabajo de sus expertos a confirmar la autoría de su cuadro estrella y a acallar lo que para ellos son teorías conspirativas sin fundamento. Recientemente ha publicado un exhaustivo informe firmado por tres académicos, encabezados por Gregory Martin, uno de los mayores expertos mundiales en Rubens. «Este amplio estudio, dirigido por nuestro equipo de conservadores y científicos, que utiliza las más modernas técnicas de imagen y análisis, ofrece pruebas muy concluyentes de la autoría, así como de la transparencia de nuestras tareas de investigación», escribió el director del museo, Gabriele Finaldi, a The Guardian, que también se había hecho eco de la polémica. La National Gallery no ha querido hablar con EL PAÍS, pero ha enviado a este corresponsal el informe técnico de sus expertos. Son muchos los especialistas y críticos que se han puesto del lado de la Pinacoteca Británica y defienden la autoría de Rubens. En el mundo del arte, cuando las pruebas no son del todo concluyentes, funcionan la intuición, el conocimiento y la imaginación. Y aquí es donde reaparece un pintor mencionado al principio de esta historia: Caravaggio. Quizá él sea la última clave para entender un cuadro que, por sus trazos, su oscuridad y su ejecución no parece de Rubens. «Incluso cuando imita a Caravaggio, Rubens no puede evitar ser él mismo. La luz]del cuadro] es suya. El resplandor de la vela es cremoso y cálido, como un crep en una cocina de Amberes. La mezcla de la sensualidad sureña y la calidez del hogar norteño es otra característica de Rubens. La extravagancia de una obra que atrae a tantos -esa mezcla de caravaggismo y abandono carnal tan exclusiva de Rubens- es, de hecho, una pista de su autenticidad. ¿Quién podría haber recreado en una copia algo tan sutil como el momento en que Rubens se apoderó de Caravaggio»? escribió el crítico de arte Jonathan Jones en The Guardian. La verdad, como la belleza, pertenece a la mirada del espectador. Y la obra Sansón y Dalila, como muchas otras, está eternamente condenada a ser un acto de fe para sus admiradores y un insulto para sus detractores.

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El visitante se dirige hipnotizado hacia la imagen de fondo al entrar en la sala 15 de la National Gallery de Londres. Sansón, un músculo gigante que puede tragar con el torso encontrado, descansa exhausto sobre el regazo de Dalila, que muestra sus pechos desnudos. El pelo del coloso israelí es rapado con tijeras por un cómplice de la bella filistea para quitarle su fuerza. Una de las treinta obras de su colección permanente, que exhibe con orgullo la pinacoteca nacional británica, que fue regalada al maestro barroco flamenco Pedro Pablo Rubens, es Sansón y Dalila. Uno de los debates más intensos y violentos en el mundo del arte es sobre la autoría de la obra, que ha durado casi cuarenta años. Seguir leyendo

 

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