“España es la gran productora de exiliados”: la visión de los escritores ingleses que han viajado por el país

En su libro Los curiosos impertinentes, el periodista William Chislett recopila veinte relatos de aventureros británicos que han visitado España desde el siglo XIX.

  

«España es un cúmulo de pequeñas identidades», «los españoles son amantes de la libertad, aunque conservadores, muy morales, aunque escépticos», «España es la gran productora de exiliados», «a los españoles les gusta celebrar en grandes grupos». Estas frases fueron escritas por viajeros británicos que compartieron la fascinación por este país cuando lo descubrieron. El periodista y ensayista William Chislett (Oxford, 1951) ha reunido 20 de ellas en el libro «Los curiosos: hispanófilos británicos de los siglos XIX-XXI», editado por el Instituto Cervantes, donde se presentó el pasado 11 de junio, y que cuenta con el prólogo del escritor Julio Llamazares. Más informaciónLa historia de España, en 90 preguntas, Chislett, en conversación telefónica, explica que el título de su libro -tomado del de una novela corta que Cervantes intercaló en el Quijote- «describía a los primeros viajeros, esencialmente británicos, que escribieron sobre España, aunque no se sabe por qué se les llamó así». ¿Por qué son sobre todo británicos los extranjeros que han dejado testimonio de sus aventuras en España? Chislett, que fue corresponsal en Madrid de The Times entre 1975 y 1978 y vive en la capital desde 1986, señala que «al principio del Grand Tour» -como se llamaba a los viajes que jóvenes ingleses y franceses de la alta sociedad habían emprendido desde finales del XVII, sobre todo por Italia- «España no estaba incluida». Sin embargo, tras la participación de los militares británicos en la Guerra de la Independencia (1808-1814), «España empieza a despertar interés porque al regresar comentaban sus experiencias y escribían libros». Cubierto por ‘ Spanish Adventure ‘ de Norman Lewis, uno de los viajeros ingleses en España, en el 1935. COLECCIÓN WILLIAM CHISLETT Entre los «curiosos impertinentes», muchos de ellos de vida novelesca, George Borrow (1803-1881), que visitó parte de España vendiendo Biblias protestantes en los lomos de una mula. Políglota, había sido enviado a la Península por la Sociedad Bíblica Británica. Entró por la frontera portuguesa de Badajoz. Allí contactó con gitanos y comenzó a aprender el calo hasta el punto de que empezó a traducir a esa variedad del romaní El evangelio según Lucas. Cuando llegó a la capital del reino, escribió por carta a su madre: «Madrid es una ciudad pequeña, [. . . ] pero está llena de gente, como una colmena, y tiene muchas calles y fuentes hermosas». La época de Borrow coincidió con la primera de las guerras carlistas (1833-1840), por lo que, según confesó, prefirió la discreción para no meterse en líos: «Soy de la política del pueblo a cuya mesa me siento, o bajo cuyo techo duermo». Sin embargo, don Jorgito el Inglés, como era conocido, no siempre tuvo suerte, pues fue detenido por desacato a un agente de la autoridad y encerrado en una prisión donde había una epidemia de tifus, cuenta Chislett. Cuando regresó a su tierra escribió «La Biblia en España» (1843), un gran éxito de ventas, poco traducido a muchos idiomas. Cuando comparó su país con España, dijo: «Inglaterra no es de mi agrado. Reconozco el progreso de su civilización. . . Pero confieso mi preferencia por la confusa, pobre e infeliz España». Richard Ford es uno de los viajeros ingleses más conocidos. «A quien planee viajar por España nunca se le aconsejará tanto que evite las ideas preconcebidas», escribió. En Inglaterra publicó un libro de gran repercusión, Manual para viajeros por España (1845). Había llegado a Gibraltar en 1830 con su mujer, tres hijos y tres criados. Vivió en Sevilla y Granada y se adaptó muy bien, recuerda Chislett: «Corría, cazaba y se aficionó al baile andaluz, mientras su mujer aprendía a tocar la guitarra». Uno de los dibujos de Richard Ford durante su estancia en España, ‘ Vista a San Juan de los Reyes, Toledo’. Herederos de richard ford Este hispanófilo conoció el país en largas jornadas a caballo, y llevaba un diario en el que anotaba todo lo que veía. Sin embargo, sus ideas de conservador partidario de una sociedad jerarquizada le llevaron a reflejar algunas descripciones de los españoles que en la primera edición de su libro tuvieron que ser desalojados mediante ofensivas: en Cataluña «se levanta el vicio y el descontento, se insta a la revolución». A los valencianos los veía «vengativos, hostiles, volubles y traicioneros». La andaluza «es la mayor llamarada, presume de su valor y riqueza». Acaba creyéndose su propia mentira». Chislett matiza que en realidad España «amaba, y estaba particularmente fascinada por la pervivencia de la influencia árabe en el sur». John Brand Trend (1887-1958) escribió más de veinte libros sobre España, entre ellos Spain from the south, en el que repasaba la historia española haciendo hincapié en su pasado musulmán, señala Chislett. Tenía una familia de éxito y se había establecido como periodista y crítico musical antes de alistarse en el Ejército cuando comenzó la Primera Guerra Mundial. Tras los horrores del conflicto, se refugió en la tranquilidad de un país que había sido neutral. COLECCIÓN WILLIAM CHISLTTEN 1922 fue a Granada al famoso primer concurso de cante jondo, invitado por Manuel de Falla, con quien le uniría una gran amistad para siempre. Trend aprendió español y fue el primer profesor de lengua y literatura españolas en la Universidad de Cambridge. Simpatizante de la República, durante la Guerra Civil ayudó a organizar la evacuación de casi cuatro mil niños vascos a Inglaterra a bordo del vapor La Habana. Y casi al final del conflicto, cuando se enteró de que Antonio Machado había cruzado la frontera hacia Francia junto con su madre y su hermano José, envió una carta al hotel de Colliure donde se alojaban, en la que ofrecía al poeta una plaza en la Universidad de Cambridge. Sin embargo, cuando llegó el misil, Machado ya había muerto. Fue el hermano del escritor quien respondió: «Sé muy bien con qué honor habría aceptado este nombramiento». Mucho más conocido es Gerald Brenan (1894-1987), que también llegó a España después de la Gran Guerra. Se instaló en el pueblo de Yegen, en la Alpujarra granadina, un lugar empobrecido que le interesaba «por lo exótico y lo primitivo», dice Chislett. De allí salió su libro Al sur de Granada. Gerald Brenan, en una imagen de 1984. Tras marcharse al comenzar la Guerra Civil, regresó en 1953. El laberinto español y El rostro de España son otros de sus libros. En este último dejó su opinión sobre lo que veía de la sociedad franquista: «La corrupción generalizada causa vergüenza, [. . . ] la grave inflación ha llevado a las clases medias y bajas a sufrir grandes penurias». Ya abogaba por una monarquía parlamentaria. Brenan está enterrado en el cementerio inglés de Málaga con esta inscripción en su lápida «Escritor inglés: Amigo de España». Muy amigo de Brenan fue Victor Sawdon Pritchett (1900- 1997), que hizo la caminata de Badajoz a León en la primavera de 1927, como relató en su libro «España» en marcha. Cuatro años antes, un periódico irlandés le había enviado a España tras el golpe militar del general Primo de River. Portada del libro «Un extranjero en España», de H. V. Morton (1955). COLECCIÓN WILLIAM CHISLTTMás interesado en las personas que en los monumentos, Pritchett simpatizó con la Segunda República y volvió varias veces más a España, aunque acabó decepcionado. En El temperamento español (1954) escribió, cuando el general Franco llevaba 15 años en el poder: «España es la gran productora de exiliados, un país incapaz de tolerar a su propio pueblo. Los reformistas, los judíos, los protestantes, los moros. «. También llegaron poetas, como Laurie Lee (1914-1997), que desembarcó en el puerto de Vigo en julio de 1935, con una mochila, una manta y un violín. Pasó 10 semanas caminando hasta Gibraltar, pasando, entre otras ciudades, por Zamora, Valladolid, Segovia, Madrid, Toledo, Cádiz, Málaga. . . En ese viaje describió el horrible calor que pasó: «Un león de bronce lame el suelo por la tarde, dispuesto a devorar a cualquiera que no tenga la prudencia de cubrirse». Aunque se marchó al comienzo de la Guerra Civil, sus ideas izquierdistas le empujaron a volver en diciembre de 1937 para unirse a las Brigadas Internacionales en Valencia. Robert Graves, 1954, en Mallorca. GETTYPor último, Robert Graves (1895-1985), autor de la popular novela histórica Yo, Claudio. Graves fue un superviviente de la Primera Guerra Mundial que se instaló en Mallorca por su clima, «mejor que cualquier otro de Europa», según él. Informó de que la vida en Mallorca Observer. Chislett destaca de este heterogéneo grupo de escritores que en general «llamaron la atención sobre la nobleza del español corriente, en contraste con el Gobierno y la clase política». Han pasado décadas, pero Chislett comparte hoy esa visión: «Me identifico con aquellos autores, la clase política no está a la altura del pueblo español».

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España es un conjunto de pequeñas identidades, según algunos españoles, «España es la gran productora de exiliados», «España es un conjunto de pequeñas identidades», «España es un conjunto de conservadores, muy morales, pero escépticos», y «España es la gran productora de exiliados». Estas expresiones fueron escritas por viajeros británicos que quedaron fascinados por esta nación cuando la descubrieron por primera vez. El libro «Los curiosos: hispanófilos británicos de los siglos XIX-XXI», editado por el Instituto Cervantes, donde se presentó el 11 de junio, y con prólogo del escritor Julio Llamazar, ha sido recopilado por el periodista y ensayista William Chislett (Oxford, 1951). Seguir leyendo

 

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