El autor de » Leonera «, una colección de relatos y aforismos que explora un territorio íntimo a través de su escritura, la publica.
Julio Ramón Ribeyro decía que escribir es prolongar los juegos de la infancia, pero con signos. «También que madurar es cambiar los objetos por esos signos», añade Fernando León de Aranoa (Madrid, 57 años). Para él, que escribió un extraordinario prólogo a las Prosas apátridas del autor peruano, ha llegado el momento de seguir ese método y ordenar su Leonera (Seix Barral). Así ha titulado el cineasta y escritor su nuevo libro de relatos, extraídos de una obsesión visceral por desentrañar la realidad de forma poética a través de sutiles desnudos que emprenden su viaje desde la intimidad y el asombro hasta el lenguaje. En estos tiempos de desarraigos y deplanzas, León de Aranoa afirma que, a menudo, cuando no tiene opinión, se sienta a escribir para tratar de encontrarla. En esa búsqueda, ha querido desentrañar para estos relatos el paso del tiempo, las fronteras de la madurez, esa primera línea de frente en la que sitúa la muerte de tus mayores, el amor con su reparto de recuerdos y la justa correspondencia de un fragmento mutuo, la paternidad, obsesiones varias y paradojas insistentes. Más información Leonerdesea abolir el paraguas, se declara partidario acérrimo de la lluvia y amante de los hoteles. Como quien ha conocido el esplendor porque se ha convertido en uno de los cineastas españoles más influyentes, reivindica el derecho a la decadencia. Pero sigue en rebeldía. . . «También conmigo mismo. Sobre todo, conmigo mismo», dice. De las muchas reuniones a las que intenta explicar este libro, una buena parte son íntimas, confiesa. «El interés por lo contradictorio de nuestro comportamiento siempre ha estado en mí, también en mi cine. No me fío de la gente que no duda. Creo que la duda es otra de las herramientas de la ficción, uno de los nombres de la inteligencia. No el que conduce, sino el que inmoviliza. Ettore Scola, un cineasta al que admiro, escribió una vez:» La duda de los artistas es la riqueza del mundo. » León de Aranoa, escritor y director de cine. Claudio ÁlvarezEn su particular territorio de creación, León de Aranoa se nutre para concebir sus obras, tanto en pantalla como en papel, de todo tipo de referencias. La poesía es una de ellas. Claudio Rodríguez alimentó gran parte de su película en Lunes al sol. Poetas como César Vallejo, Roque Dalton, Luis Garca Montero, Benjamín Prado o Juan Vicente Piqueras sirven para explicar los cajones de este leonino además de Ribeyro y narradores de la talla de Steinbeck o Bioy Casares. Cree que la ficción es una sofisticada herramienta de conocimiento y comprensión de la realidad:» Utiliza la representación y la síntesis para generar un modelo. » Hay muchas formas de abordar la realidad desde ese ámbito, pero sabe que no es el único. También es posible desde la verdad de la poesía:» A partir de desvelar cosas, renombrarlas. Ver en ellas lo que tienen de síntoma, de amenaza o de verdad. Sucede casi siempre a pesar de uno, todo se convierte en una señal, un presagio; Las cosas abandonan su ostensible inocencia y se convierten en lo que ocultan o justifican. «Después de todo, dice:» Se trata de entender que la realidad no existe, pero nuestra percepción de ella, sí. Y últimamente no se trata tanto de adivinar lo que hay de falso o ficticio en lo real, sino al contrario, de ver lo que hay de real en lo ficticio. «Para ello, el autor utiliza tanto el largo aliento del cine como la esprint de la escritura y la pálida que le obliga a estar atento a ella cuando menos te lo esperas. Con una mirada madura, pero directamente conectada con la rareza que producían las cosas en la infancia:» La mirada de un niño no es tan limpia, sino una experiencia que aún no acumula hábitos, prejuicios ni rutinas. Un gesto que quiere comprender, desentrañar, y en eso se parece al del escritor. El escritor es a veces el niño raro del fondo del patio, el que no habla con nadie, el que sólo mira. «Esa posición, la de observador, la de intruso, te da la distancia para entenderlo todo». » O mejor, para entender que no entiendes nada. «Estas historias también son hijas de la perplejidad y la urgencia:» Del encuentro con algo que sucede, con algo que no sucede, conmigo mismo. Un intento de explicar algunas cosas a través de la escritura y, repito, de ordenar a mi leona. Un torbellino que atraviesa el dolor de las pérdidas». Por la nostalgia que produce la metamorfosis. Sin miedo a los espejos que duplican nuestras propias imágenes en su reflejo y también, a través de los rasgos, el peso de la vida o aquellos sentimientos que es mejor afrontar con agudeza, como cuando ves en ti a un padre ausente. » Puede que ya no estén, pero nos queda ese consuelo: hacer que nos encontremos con nuestros padres en los espejos cuando nos miramos en ellos. Ahí también hay algo hermoso. «El tiempo es un dibujante feroz», escribe en uno de los relatos. Y los espejos, desde una edad, se vuelven contra ti e incluso muestran nuestro atroz desaliento. . . » Acentúa los rasgos físicos, pero también nuestros comportamientos. Cada vez me reconozco más en mi padre. Sus manías, esas que tanto me irritaban, ya son las mías. Se comprenden mejor con varios años de retraso, ¡ojalá hubiera sabido más antes! «El paso del tiempo es uno de esos temas que atraviesan el libro, expresado de formas muy diversas, a menudo con humor. También la esperanza como una bella ficción. En ese sentido, reclama derechos de autor en las más altas esferas: sabe que Dios es una invención humana y no al revés. Así lo expresa en varios aforismos, aunque corran el riesgo de ser tomados como un gesto de cinismo o desesperanza. » No es así cuando se considera la ficción una de las mejoras que le han ocurrido en la vida, su capacidad de reparación, su belleza. Sólo la ficción dice hoy la verdad. Tengo una profunda fe en el ser humano, a pesar de todo. Capaz de lo peor, pero también de lo mejor, a veces incluso de las dos cosas el mismo día, ¿hay material narrativo más apasionante? Steinbeck decía que el escritor está obligado a difundir la capacidad del hombre para el amor, la compasión y la dignidad en la derrota. También que el hombre, hoy, representa para sí mismo la mayor amenaza, pero también su única esperanza. Es decir, creo. «
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La escritura pretende prolongar los juegos de la infancia, según Julio Ramón Ribeyro, pero con signos. Además, Fernando León de Aranoa (Madrid, 57 años), añade que madurar es «cambiar los objetos por estos signos». Ha llegado el momento de que siga ese consejo y ordene a su Leonera (Seix Barral), que escribió un prólogo extraordinario a las Prosas apátridas del autor peruano. Este es el título del nuevo libro de relatos del cineasta y escritor, que se inspira en una obsesión visceral por desentrañar la realidad de forma poética a través de sutiles desnudos que viajan de la intimidad y el asombro al lenguaje. Seguir leyendo