¿Ha sido usted violada? Cálmese, limpie la casa, haga yoga y pelillos a la mar

El nuevo espectáculo de Albert Boadella muestra cómo una mujer se reconstruye después de ser agredida sexualmente ejerciendo «habita especialmente ligada a su condición femenina»

  

La soprano Maria Rey-Joly y el dramaturgo Alberto Boadella plantean en el escenario de la obra ‘Ella’, en los Teatros del Canal de Madrid. Borja Sánchez-Trillo (EFE) El autor y el director teatral Albert Boadella acaba de estrenar un nuevo espectáculo. Es de una mujer que acaba de ser violada. La lección de Boadella después de investigar (suponemos) este tipo de trauma se expresa transparentemente desde el comienzo mismo del trabajo. Señora: Si usted ha sufrido una violación, poner un mandil y hacer su tarea, dar la vuelta, ir al peluquero para distraerse, conseguir hermoso y cocinar para su hombre. Verás cómo sucederá pronto. Pero, sobre todo, no te dejes llevar por el rencor. «Intoxica al alma y también es muy mala para la piel», advierte a su protagonista en un soliloche después de romper un violín en un ataque de cólera. Cálmate. Hacer yoga. Haz tu dolor. Y pellets al mar. La moral no es sorprendente dado que proviene de un hombre que en 2019 publicó en su cuenta de Twitter que «las manos de un varón no deben ser calladas», refiriéndose a denuncias de acoso sexual contra Plácido Domingo publicadas entonces por la agencia AP. Pero es insoportable cuando se disfraza de obra artística. Ya en el texto firmado por Boadella en el programa de mano la alarma salta: «Las asociaciones mentales de esta mujer frente al dolor serán visibles a través de su inclinación por cantar y restaurar los hábitos diarios, especialmente ligados a su condición femenina». ¿Cómo imaginas que una mujer se siente después de ser violada? ¿Qué quieres decir cuando hablas de «habitaciones vinculadas al estatus femenino»? El espectáculo, titulado Ella, tiene un carácter único encarnado por la soprano Maria Rey-Joly, acompañado por Rubén Sánchez Vieco al piano y Alfredo Ancillo al violín. Comience con el escenario revuelto. Hay un piano, una mesa y sillas giradas, pinturas descolectadas, una planta baja, una barbacoa y papeleo en el suelo. Parece que algo muy violento acaba de pasar porque incluso el frigorífico está tirado. El intérprete entra y se pone en la pared para simular con exagerar una escena brutal. Forcejea, se resiste con todas sus fuerzas, convulsa. Una violación real, como Dios manda. No como el beso de Rubiales a Jenni Hermoso, que Boadella parece «demencial» haber llevado a juicio, como ha declarado recientemente a la prensa durante la promoción del trabajo. Después del momento atroz, la protagonista recompone la ropa (increiblemente no ha sufrido ninguna lágrima), mira en un espejo y la primera frase que pronuncia, media risa, es: «¡Qué horror! ¡Mírate! El vestido se fija de nuevo, perfumado y otra mirada: «¡Qué pelos! ¡Qué desastre! Inmediatamente después, se pone a cantar Morgen!, una mentira de Richard Strauss. Cuando termina, agarra la Barbie y dice: «¡No me importa! Me cortaré el pelo mañana, aunque no sé si Merche va a tener tiempo». Esta estructura se repetirá durante una hora y media. La soprano alterna momentos de canto con escenas breves en las que la casa reordena, limpia, pone un mandil, cocina, hace ejercicios de relajación, come un caviar puede (que no merece un látigo después de una violación) y le dice a la planta sus penas. «No te pongas dramático», dice. Estos son los hábitos que Boadella considera «femenino» por naturaleza. No sólo lo declara explícitamente, sino que también permite burlar la batalla de las mujeres por la igualdad en las tareas domésticas: «Tengo que pasar la aspiradora. María, la pequeña mujer que llevas está fuera. Vamos, rompe el molde patriarcal. Ahora… pero odio el desorden». Albert Boadella instruye a la soprano Maria Rey-Joly durante un ensayo de la obra ‘Ella’, con el pianista Rubén Sánchez Vieco y el violinista Alfredo Ancillo de fondo. J. C. ARÉVALO (CORTESIA TEATROS del CANAL) Todo esto expresado por María Rey-Joly con gestos impostate y poca sutileza en la exploración de los sentimientos del personaje. Lo imaginamos en la dirección del director. Hay tantos aspasados y estereotipos que a veces incluso parece un dibujo animado. Sin matices, sin dolor. Sólo una pizca de emoción aparece en algunos pasajes musicales. Dado que se permite dar estos consejillos a las mujeres desde el escenario, el Sr. Boadella podría pasar este sábado por la demostración de 8M en Madrid, que pasará a pocas calles de los Teatros del Canal, donde su trabajo está representado estos días. Allí seguramente encontrará quien pueda decirle en la primera persona cómo se siente una mujer herida. Sin rencor.

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El autor y el director teatral Albert Boadella acaban de lanzar un nuevo espectáculo. Es de una mujer que acaba de ser violada. La lección de Boadella después de investigar (suponemos) este tipo de trauma se expresa transparentemente desde el comienzo mismo del trabajo. Señora: Si usted ha sufrido una violación, poner un mandil y hacer su tarea, dar la vuelta, ir al peluquero para distraerse, conseguir hermoso y cocinar para su hombre. Verás cómo sucederá pronto. Pero, sobre todo, no te dejes llevar por el rencor. «Intoxica al alma y también es muy mala para la piel», advierte a su protagonista en un soliloche después de romper un violín en un ataque de cólera. Cálmate. Hacer yoga. Haz tu dolor. Y pellets al mar. Seguir leyendo

 

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