Una novela sobre los retos de un emigrante para superar el espejismo de la meritocracia en una nueva ciudad es el debut de la turca Nazli Koca.
Escribe tus memorias, recita poesía, organiza actos culturales y limpia retretes. Leyla, la protagonista de La Solicitante (editorial Mapa), el debut en la novela de la turca Nazli Koca, nacida en Mersin-tan escurridiza para algunas cuestiones, que se define «desde hace treinta años» y sobre la que escasean las fotografías- compagina sus aspiraciones literarias con su trabajo de limpiadora en un hostal decorado con la Alicia en el país de las maravillas de Berlín. Leyla es la alegoría de tantos inmigrantes desclasados y víctimas del espejismo de la meritocracia. Leer másLos 25 libros más esperados de noviembre de 2024La protagonista es también un antecedente de las vivencias de la autora en la capital alemana. Koca, también turco, adicto a las telenovelas de su país, tuvo una relación complicada con Berlín. Ella también se trasladó a la capital alemana para escribir, desencantada de Estambul y de su trabajo como publicista. «La pérdida, la falta de raíces, hace que te agarres a la esperanza, a la posibilidad de pertenecer a un lugar, aunque todo parezca perdido y las cosas se cumplan», dice en una entrevista virtual, en la que advierte que quizá se conecte sin encender la cámara. No fue así. Koca recibe sonriente desde Denver, Colorado, donde reside, con una camisa blanca, a sus espaldas, la versión española de su novela, traducida por Gala Sicart y publicada en septiembre. Ha trabajado de limpiador, nevera o librero. Conoce la decepción, también ha aprendido, en sus 10 años de inmigrante, que la justicia social es una fantasía. Bajo el formato de un periódico, su novela abofetea al lector desde las primeras páginas: Ali, un estudiante de posgrado, profesor no remunerado con tres trabajos, turco, regala a Leyla unos guantes de látex, junto con un elocuente saludo: «Bienvenido a lo más bajo de la jerarquía del inmigrante». Koca, como su protagonista, empieza a escribir un diario en su primer día como limpiador. «Ha sido un reto divertido adaptarlo a novela, buscando el punto entre quienes esperan una reproducción exacta del género y quienes prefieren una versión más elaborada. El diario es hoy más que un cuaderno: son notas en el móvil, documentos de Google, páginas perdidas. . «. , dice. Leyla pierde el derecho al visado de estudiante tras suspender la tesis doctoral de un profesor que hasta entonces «había aprobado todo el mundo» y queda atrapada en un laberinto burocrático, en una categoría jurídica cuyo nombre suena a chiste: Fiktionsificadobescheinigung (certcional). Si el juez no cambia la nota o el tribunal al que ha recurrido no falla a su favor, debe regresar a Turquía. Sin embargo, Leyla no quiere volver a un estado de excepción donde «Erdogan]Presidente de la República de Turquía] tiene todo el poder para hacer lo que quiera», donde los adultos son «solutoadictos» y «los jóvenes no se suicidan porque están demasiado ocupados intentando sobrevivir». «Cuando eres migrante, te toca ser un genio que trabaja en Google, o casarte, aunque no creas en el matrimonio, para que los nacionales te vean en transición hacia su ciudadanía», afirma. Para superar las dificultades, el narrador aplica un humor ácido y descarado. El título y la carta con que se abre el libro reescriben el poema The Applicant (La aspirante), de Sylvia Plath. «Denme dos monedas y trabajaré con orgullo en sus inmundos hospitales, universidades y empresas tecnológicas. Viviré en sus apartamentos y cuidaré de sus bebés. Gratis. Seré su puta barata, aquí y ahora», escribe Koca, que rechaza las redes sociales. «Reconozco sus ventajas, pero en mi opinión entorpecen la escritura. La gente se obsesiona con recibir me gustas. Otro peligro es la inmediatez de compartir pensamientos que aún no han madurado, lo que puede entorpecer el desarrollo de las ideas y arruinar la esencia del proceso creativo». El libro ‘ El aspirante’, en una imagen cedida por la editorial Mapa. La autora se inmiscuye en una genealogía de escritores que han desenmascarado las falacias del mero sistema capitalista: Eva Baltasar, en Ocaso y fascinación (2024), Brenda Navarro, en Ceniza en la boca (2022), Noelia Collado, con Yeguas agotadas (2023), Claudia Durastanti, . . . Koca rueda experiencias en la pareja que despliega pensamientos. Los hombres «han conseguido» en el libro, «hacernos creer que [. . . ] no nos deben nada tras siglos de cautiverio en sus hogares obligados a todo tipo de labores domésticas sin recibir nada a cambio. ¿Cómo lo han conseguido»? «Es imposible separar lo personal de lo político. Si miras las noticias en el móvil antes de sentarte a escribir, es difícil no reflexionar sobre lo que pasa en el mundo». Preguntada sobre si le preocupa la ultraderecha en la Unión Europea y la posible apertura de centros fuera de la UE para expulsar a quienes quieran entrar en territorio comunitario, respondió: «El endurecimiento de las leyes de inmigración es aterrador. Los inmigrantes tienden a ser los chivos expiatorios de todos los problemas. No basta con que sean los que más sufren en las catástrofes naturales, ya que viven en tiendas de campaña o en infraestructuras baratas en campos de refugiados». La conciencia de clase del protagonista es fuerte, un sentimiento superado por su perímetro en la escala social. De una educación en un colegio americano a una emigrante que coquetea con el trabajo sexual, preocupada por una madre y una hermana que viven con pocos recursos en un piso de Estambul. El mito de Berlín, como ciudad de oportunidadesEn El Solicitante, Leyla y sus amigos se aferran al mito de Berlín como la ciudad de las oportunidades donde, supuestamente, a principios de este siglo se podía vivir por un alquiler bajo y medrarci artística y socialmente. Sin embargo, el ascensor social está dañado, incluso si se procede de un país no comunitario como Turquía. «Nuestro origen no debería darnos más derechos humanos, pero la nacionalidad y la ciudadanía están tan arraigadas desde la infancia que hasta al más ardiente defensor de los derechos humanos le resulta difícil imaginarlo». En medio del caos y lo desastroso, el protagonista levanta una estructura: los «oscuros del día», objetos perdidos en el albergue que pasan a pertenecerle (botellas de whisky, la novela El gran amigo, de Elena Ferrante, un chindal. . . ), sus viajes en el U-bahn (diámetro berlinista), sus juergas, su relación con un «dulce» cariñoso que llama a su derecha El recuerdo del agradable sabor del té se mezcla en la novela con «el hedor a vómito, pis y pobreza» de Berlín. La ironía actúa como un escudo que ayuda a mantener la cordura incluso en circunstancias problemáticas, como ocurrió durante las protestas en el parque Gezi de Turquía en 2013, que resultaron ser llamamientos a convertir ese espacio verde en un centro comercial para exigir la dimisión de Erdogan. El Solicitante es una invitación a abrazar la vida con cada una de sus luces y sombras, avivada por pestañas irónicas y trufada de descubrimientos. Tiene una prosa desnuda y mordaz con un estilo desnudo y mordaz. BabeliaLos mejores críticos evalúan obras literarias en nuestro boletín semanal.
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Escribe tus memorias, recita poesía, organiza actos culturales y limpia retretes. La Requestante (Mapa editorial), el debut en la novela turca de Nazli Koca (tan scurryiza por algunas preguntas, que se define como «desde hace treinta años» y sobre la que las fotos son escasas), combina sus aspiraciones literarias con su trabajo como limpiador en un hostal decorado con la Alicia en el país de las maravillas de Berlín. Leyla es la alegoría de tantos inmigrantes sin papeles y víctimas del espejismo de la meritocracia.