Manuel Rivas sobre la IA, al recibir el premio Cedro: “Está en juego una derrota de la humanidad”

Con un debate sobre el uso de la inteligencia artificial general en la cultura, el escritor gallego acepta el galardón que premia la defensa de la cultura y los derechos de autor en España.

  

Manuel Rivas llegó el viernes al Ateneo de Madrid con su traje azul marino, desprovisto de corbata y con un broche en la solapa de Las Dos Marías (dos hermanas populares durante el franquismo en Santiago de Compostela). Sonriente, como es habitual. Recibía saludos en gallego de quienes se cruzaban con él, pues reconocía en él a un representante de la lengua en la que escribía. Este viernes se presentó en Madrid con el premio CEDRO, que el Centro Español de Derechos Reprográficos confiere simbólicamente a la trayectoria de una persona o institución que destaque por defender la cultura en general y los derechos de autor en particular. El miércoles firmó ejemplares de su anterior libro, Detrás del cielo, en Sant Jordi. Más datos, Manuel Rivas, galardonado con el Premio Cedro 2025A Rivas, le mimó desde el principio, y como para que se sintiera en casa, todo empezó cuando Álvaro Toscano tocaba con su guitarra negra de sombra, de Rosalía de Castro, la poeta santiaguesa, y con música de Juan Montes. Carme Riera, presidenta de CEDRO, lo avanzó: «Hablar de Manuel es hablar de Galicia y de gallegos». De manos de Riera y de las de la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, el escritor recibió el galardón, materializado en una figura de bronce con un cedro dibujado. «Estoy aquí para daros las gracias. Os doy las gracias por el premio, pero sobre todo a la gente que defiende permanentemente los derechos de autor», dijo Rivas para empezar. A continuación, articuló un discurso en torno al que se convirtió en el gran tema de la tarde: el uso de la inteligencia artificial y generativa en la cultura. «Lo que está en juego no es el patrimonio intelectual, que también, lo que está en juego es una derrota de la humanidad. Sin una regulación y una ética eficaz de la empatía, existe el peligro real de que los nuevos emporios tecnológicos conduzcan a una gran expolio del patrimonio intelectual y creativo». Y aprovechó la presencia de su país en el Gobierno para advertir: «España debe ser vanguardia en la regulación del uso de las nuevas tecnologías y garantizar los derechos de los creadores sobre la base del consentimiento, la transparencia y la monetización». Defender el patrimonio intelectual es también defender una sociedad decente y una democracia avanzada». Habló de esa ola tecnológica que «tendrá un efecto terriblemente desestabilizador, llevándose por delante muchas profesiones», y responsabilizó directamente a los dirigentes y magnates del mundo: «Esto me recuerda lo que decía Gustave Flaubert: decía que le gustaría vivir en una torre de marfil, pero que de vez en cuando había una avalancha de merde. Si los que están en el puesto de mando no ofrecen otro rumbo que la incertidumbre, mientras se pelean por los mejores camarotes del Titanic, ¿cómo no esperar que se produzca una avalancha de merde»? El discurso no sería de Manuel Rivas, ferviente militante ecologista, si no hablara también del medio ambiente. «Todo el planeta está, en distintas intensidades, en una línea de riesgo. Vivimos en una situación de emergencia. Una era «mayday» de exageración ecológica. Y a la crisis ambiental global se suma un proceso de deshumanización impuesto a golpe de algoritmo», dijo sobre el cuidado del mundo, al que lo tiene, y lo refleja en sus letras, tanto amor. Manuel Ribas durante su discurso de recepción del Premio CEDRO, este viernes en Madrid. BLANCA MILLEZ (EFE) Quizá la narrativa llevó a Rivas a su éxito más sonado, pero el escritor es también poeta, escritor, ensayista y periodista. «Un poeta que no se resiste a ser sólo poeta», como lo definió Juan Cruz en un vídeo proyectado en el salón del acto, en el que también participaron amigos del escritor y sus dos hijos. En su haber hay obras como En salvaje compañía, ¿Qué me quieres, amor? , El lápiz del carpintero, El periodismo es un cuento o Voces bajas, una autobiografía donde cuenta el origen de su militancia ecologista, su despertar político y su atracción por las letras. Textos que demuestran la pluralidad de sus voces y con los que ha ganado, además del Nacional de las Letras Españolas del año pasado, el Premio Nacional de Narrativa, el Premio de la Asociación de Escritores en Lengua Gallega, el Premio al Libro del Año de la Codicia de Bibliotecas o la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. La respuesta del Gobierno a las intrigas planteadas por el escritor en su discurso corrió a cargo de la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, que clausuró el acto. «Gracias, pues, querido Manolo», comenzó. Y pronto zarpó el tema central. «La inteligencia artificial no es artificial. Te explota, te mira y se alimenta de ti. Tenemos la obligación de regularlo», dijo. Su Gobierno lleva más de un año trabajando en la reforma del Estatuto del Artista – «voy un poco lenta», ha dicho Díaz- y está a punto de terminar: «Estamos en la parte final y en los próximos días verá la luz». Luego se entregó a los elogios para Rivas, «una de las mejores voces» de España, «un defensor del mundo visto desde los márgenes, un referente moral, un autor comprometido y un pensador presente en los principales debates de nuestro tiempo». Y no menos importante para ella, representante de una tierra compartida. «He vivido mal en Madrid. Necesito el mar», dijo. Y todo acabó como acabó: con la guitarra de Francisco Tárrega de Toscano y ahora su Sueño (mazurca) del mismo nombre. Rivas volverá a su tierra costera -canapés y largas felicitaciones mediante- para envidia de Díaz, camino de Roma para representar al Gobierno en el funeral este sábado del Papa Francisco.

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Manuel Rivas llegó el viernes al Ateneo de Madrid con un traje azul marino, corbata y un broche en la solapa de Las Dos Maras. Sonriendo, como cabría esperar. Recibía saludos en gallego de quienes se cruzaban con él porque reconocía en él a una personificación de la lengua en la que escribía. Este viernes se presentó en Madrid con el Premio Cedro, que el Centro Español de Derechos Reprográficos concede simbólicamente a la trayectoria de una persona o institución que destaque por defender la cultura en general y los derechos de autor en particular. El miércoles firmó ejemplares de su último libro, Detrás del cielo, en Sant Jordi. Seguir leyendo

 

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