Muere Elías Díaz, un filósofo del derecho amante de la ética y la política

La vida y el trabajo del profesor se caracterizaron por la compasión y el humanismo.

  

Para mí, como quizá para muchas otras personas que le trataron personalmente, la Filosofía del Derecho tenía un rostro humano, en realidad muy humano, el de Elías Díaz (1934-2025), cuya cordialidad y bonhomía han sido siempre legendarias. En sus comienzos colaboró con Joaquín Ruíz Jiménez y José Luis López Aranguren. Junto a su enjundiosa obra, su legado cuenta también con una sólida estirpe intelectual integrada por Manuel Atienza, Javier De Lucas, Eusebio Fernández, Liborio Hierro, Paco Laporta, Gregorio Peces-Barba, Antonio Enrique Pérez Luño, Alfonso Ruíz Miguel, Cristina Sánchez, Julián Sauquillo y Virgilio Zapatero. Leer másLuigi Ferrajoli, filósofo: «La oposición a la amnistía es el reflejo de una obsesión identitaria de tipo nacionalista «Tuve ocasión de tratarlo gracias a su íntima amistad con Javier Muguerza. De hecho, en los años ochenta, el área de Filosofía Moral y Filosofía Política incluía también la Filosofía del Derecho, por sus evidentes y fructíferas interconexiones. De aquel fructífero diálogo surgieron, por ejemplo, el debate sobre la obediencia debida al derecho inaugurado por Felipe González Vicen, La alternativa del disenso propuesto por Javier Muguerza o las décimas Jornadas Aranguren que Elías Díaz dictó en La Residencia de Estudiantes del CSIC y se publicaron en el número 26 de la revista Isegoría, bajo el significativo título de Razón de Estado y razones de Estado. En 2001 Elías Díaz escribió cosas como éstas: «Ante el actual poder ominoso e incontrolado de la economía, su pretendida versión única, la del capitalismo científico, se hace necesario tomar completamente en serio la perspectiva de los intereses generales y, dentro de ellos, los de aquellos amplios sectores sociales dotados de muchos menos poderes y posibilidades. La ética de los valores ilustrados de libertad, igualdad, fraternidad (solidaridad), así como la seguridad que se deriva de la propia cohesión social constituyen la base de esas buenas razones de Estado]que se oponen a la mala razón de Estado]». Es obvio que merece la pena recordar su figura y releer sus escritos, como hacen los editores de Elías Díaz: sus libros y sus críticos (2013). Su compromiso político fue también con la ética y siempre tuvo un marcado acento académico. Fue cofundador de Cuadernos para el diálogo y dirigió en sus inicios (1973) la revista Sistema. Ciertamente, el Estado de Derecho no se concibe sin contar con los derechos humanos, como demuestra la conferencia que pronunció junto a Javier Muguerza en la Fundación Juan March (1999), y ese es el paso dado por quienes le consideran un maestro. No es casualidad que le hicieran una tesis doctoral titulada Elas Daz: Entre la ética y la política. Hay un hecho traumático que desgraciadamente es de sobra conocido. Elas Daz escucharon los tiroteos que se cobraron la vida de Francisco Tomás y Valiente, que fueron villy asesinados por una earra terrorista en la Universidad Autónoma de Madrid, mientras hablaban por teléfono desde sus respectivas sedes universitarias. Curiosamente, Tomás y Valiente acababan de prologar maravillosamente un libro publicado por el Ministerio de Justicia, Los delitos y las penas de Beccaria, aquel texto que revolucionó el derecho penal y que Voltaire no dejó de comentar en su lucha contra la infamia. Una lucha que Elías Díaz hizo desde la historia de las ideas político-jurídicas y morales. Roberto R. Aramayo es profesor de investigación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a través del Instituto de Filosofía (IFS). Fue director de la revista Isegoria de 1990 a 2023 y es historiador de las ideas morales y políticas.

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Para mí, como tal vez para muchas otras personas que lo trataron personalmente, la filosofía de la ley tenía un rostro humano, de hecho muy humano, el de Elijah Diaz (1934-2025), cuya cordialidad y bonomía siempre han sido legendarias. Al principio colaboró con Joaquín Ruíz Jiménez y José Luis López Aranguren. Junto con su trabajo conjunto, su legado también tiene un sólido linaje intelectual integrado por Manuel Atienza, Javier De Lucas, Eusebio Fernández, Liborio Hierro, Paco Laporta, Gregorio Peces-Barba, Antonio Enrique Pérez Luño, Alfonso Ruíz Miguel, Cristina Sánchez, Julián Sauquillo y Virgilio Zapatero.

 

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