Con «Noticias del amor», una gira por España, el legendario dúo formado por los hermanos Joaqun y Luca Galán celebra más de 40 años de lucha sobre los escenarios.
Nadie puede decir que Joaquín y Lucía Galán, el divo y la diva del dúo Pimpinela sobre los escenarios desde hace cuatro décadas, se hayan hundido. Aparecen en la obra, en vibrantes tonos azules, pero luego se cambian para las fotos, y se presentan igual de armónicos, pero de negro, para no salir igual en las decenas de entrevistas que han concedido para promocionar Noticias del amor, su próxima gira por España, en septiembre. Son muy jóvenes a sus 70 y 64 años, respectivamente, que ya han tenido bastante profesionalidad y, tanto Lucía, ya repuesta del susto de salud que les obligó a cancelar su gira el año pasado, como Joaquín, su hermano mayor, son capaces de tumbarse literalmente en el suelo enmoquetado de una de las salas del Teatro Real de Madrid para darle el gusto al fotógrafo de retratarles de otra manera. Todos ellos lo saben. Y no sólo sus canciones. ¿Siempre están tan unidos? Lucía (L): A ver, no]ríe]. Coincidimos cuando trabajamos, obviamente. Intentamos tener coherencia tanto en lo estético, como en lo artístico, somos muy meticulosos en eso. Imagino que hace falta algo más que cantar para mantener una carrera tan larga. Joaquín (J): Es parte del punto de partida, que siempre es la ilusión y la pasión por lo que haces. Pero si no le pones estructura, disciplina y responsabilidad, todo se convierte en un cambalache, como el tango. Somos hijos de emigrantes españoles. Nos encanta esa disciplina, ese respeto al trabajo, a la previsión, al ahorro, a la unión familiar. Somos hermanos, de la antigua España, y esa es la clave de la longevidad del dúo. Su primera escuela fue su casa. L: Mi padre era de Pola de Somiento, en Asturias, un pueblo precioso, pero perdido entre montañas, de las que se podía ir, porque las posibilidades de crecer eran pocas. El pionero en emigrar a Argentina fue mi tío Francisco, que trabajó mucho para llevarse a sus hermanos. Luego fue mi padre, que tenía novia en León, y mantuvieron la boda por carta cuatro años, hasta que ella, mi madre, también emigró y montaron un restaurante asturiano. Nuestra casa era una sucursal de Asturias en Buenos Aires. Mi padre tocaba la gaita y mi madre cantaba por pura ilusión, sin buscar beneficio. De ahí veníamos. No nos metimos en ninguna fábrica para ganar dinero y discos de oro. Nunca hemos dejado de ser hijos de los españoles. Ese es nuestro logro, seguir siendo los mismos. ¿Sus padres le vieron triunfar? Lucía: Sí. Nuestro padre murió en 1985, y vino a ver nuestro primer año de éxito aquí, que fue el 84. Estábamos aquí, en uno de nuestros viajes, y él en el pueblo y, como no había televisión, se trajo a todos sus amigos a un bar de carretera para vernos, porque nos dieron un concierto en una plaza de toros. Era como si volviéramos a casa. Llevan cantando unos 20 años y continúan. Cuánto pesan 40 años juntos en el escenario? Joaquín: Bueno, nuestra carrera, al final, es nuestra vida. Nos han pasado muchas cosas. Divorcios, hijos, pérdidas, penas, alegrías. Hemos crecido, juntos y cada uno de ellos, por supuesto. En todo eso, hemos comprendido y ayudado. Nuestra hermandad ha sido y es el sostén de nuestro tren. Si no hubiéramos sido hermanos, Pimpinela se habría acabado mucho antes. Un compañero no entiende si sufres y necesitas parar, un hermano, sí. Nos preocupamos, y eso se nota en este momento, los dos han sido padres y se embarcaban en giras eternas. ¿Cómo afrontaron la crianza de sus hijos? J: Mi hijo tiene 34 años, pero también fue un bebé, y creo que para mí ha sido más fácil, porque se quedó con la madre y aunque le eché mucho de menos, creo que para una mujer se le exige más exclusividad, y puede llenarse de culpa y dudas sobre si lo está haciendo bien. Soy consciente de ello. L: Sí, mi hija vivió conmigo hasta que empezó la primaria, a los seis años. Entonces, pensé que los viajes debían ser más cortos, no más de 10 o 15 días, porque, por mucho que se quedara con su padre, del que ya se había separado, y tuviera toda la infraestructura necesaria para cuidarla, la procesión iba por dentro. Fue una lucha conmigo misma, de pensar si lo estaba haciendo bien. Y, mira, ahora lleva tres años viviendo en España. Llegó aquí a la misma edad que mi madre se fue allí. Ha vuelto al nido. El dúo Camela, que son cuñados, me confesó que a veces salen al escenario enfadados y sin hablar. ¿Le parece que son hermanos? J: Claro, ha habido noches apoteósicas porque las canciones de pelea salían impresionantemente bien, sin fingir ni nada]risas]. Somos hermanos en lo bueno y en lo malo, pero también somos exigentes con nosotros mismos. Si algo le parece mal, se lo digo, y al revés. Pero enseguida vamos. La música nos restaura, nos repara, porque ver disfrutar a toda esa gente, deja la pequeña discusión anterior como un granito de arena. Sus canciones son éxito asegurado en verbenas, bodas y karaokes. ¿Qué te hace saberlo? J: El orgullo. Creo que es porque cada canción atrae algo a alguien y se siente aludido. Vivimos y sentimos. El amor no es ni sexo ni edad. El amor es amor y siempre buscaremos pareja o compañero para intentar vivir mejor la vida y soportar la soledad, y siempre habrá rupturas y celos y peleas de amantes y reconciliaciones. Ser carne de karaoke es ser clásico. Pero ahora hay gente que no discute cara a cara: lo dejan para WhatsApp, o simplemente desaparecen. L: Sí, y me da mucha tristeza, porque se pierden lo más maravilloso, que es la interacción con el otro, el poder decirle a la cara esto me pasa, me gustas, o al revés: Ya no quiero estar contigo. Ahora tienes que desentrañar si un emoji verde significa tal o cual cosa, o si el braceo arriba o abajo significa que me tengo que ir o que te tengo que llamar en 10 minutos. Hace falta un traductor de jeroglíficos para hablar. Lucía y Joaquín Galán, Pimpinela, cabalgan, cabalgan tanto, en un salón del Teatro Real de Madrid. Bernardo Pérez también tiene una legión de imitadores. ¿Les importa? J: Por otro lado, nos encanta. Hay un género en TikTok de niños imitándonos, disfrazados como nosotros, peleándose entre ellos, o con los padres. Nada de imitaciones burdas. Son muy graciosos y los considero un homenaje. L: Por no hablar de las drag queens que me imitan y a veces lo hacen mucho mejor que yo. Incluso más histéricas, es decir. ¿Pimpinela escucha a Pimpinela? ¿Qué escuchas por placer? L: Me gusta Barbra Streisand, Carpenters, Mocedad, la voz de Amaya me parece sublime. ¿Y en el siglo XXI? Vanesa Martín, Alejandro Sanz, Niña Pastori. Me gustan las voces, pero siempre que tengan un estilo, un bagaje interpretativo detrás. ¿Y tú, Joaquín? J: Puedo adorar mucho a Lady Gaga y su talento histórico, pero no puedo dejar de escuchar a los Beatles o a Juan Manuel Serrat. Yo hago música para ellos. Pero también me encanta Bruno Mars, por ejemplo. Creo que hay una diferencia entre querer ser famoso y querer crecer como artista. Esos son los que me gustan. Hablando de histrionismo, ¿qué parte de su éxito atribuyen a su puesta en escena? Lucía: Pues yo creo que el 80%. Si cantamos olvídate de mí y nos damos la vuelta bailando cada uno por su lado, no sería lo mismo. Nuestro histrionismo ha unido nuestras dos vocaciones: la música y la interpretación. Eso es lo que impacta a la gente: verme gritarle como una loca y, cuanto más loca me pongo, más me aplauden. ¿Y cómo hace el tío para mantenerse en el escenario, Joaquín? J: Bueno, bueno, porque me gusta componer para el más débil, aunque no lo sea tanto. La víctima es mucho más interesante que la víctima para componer, así que yo, Joaquín, estoy completamente de acuerdo con lo que dice Lucía. Es decir, compongo contra mí mismo. Pero, yendo al histrionismo. Somos histéricos familiares. Mi madre era las idas y las sombras en persona. Puro melodrama: cuando reía, reía hasta arriba, cuando lloraba, hasta los mocos, pero siempre era el centro de la escena. Para eso vivimos de pequeños y, obviamente, nos opusimos. Somos hijos de mi madre, a mucha honra. A PIMPINELAS canciones de los hermanos Joaquín y Lucía Galán (Buenos Aires, Argentina, 70 y 64 años, respectivamente) son tan populares y han calado tanto en el imaginario colectivo que su nombre artístico se ha convertido casi en un genérico. Así, hasta los políticos llaman «Pimpinela» a una discusión entre dos personas que denota, además de desacuerdo, esa confianza de quien sabe como si hubiera parido al contrario. Ellos, los Pimpinels, son conscientes, por supuesto. Y se sienten modestamente orgullosos de ellos. Sí que se puede. Hijos de emigrantes asirios y letones que fueron a hacer las Américas, Lucía y Joaquín vuelven por enésima vez a la cuna de sus padres con una nueva gira llamada las Noticias del Amor, a partir de septiembre. Volverán a saltar chispas.
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Nadie puede negar que Joaqun y Luca Galán, el divo y la diva del dúo Pimpinela sobre el escenario desde hace cuatro décadas, se han estado sumergiendo. Aparecen en juego, en vibrantes tonos azules, pero luego se cambian a negro para las fotos, y se presentan de forma similarmente armónica, pero no de la misma manera en las innumerables entrevistas que han concedido para promocionar News of Love, su próximo viaje a España, en septiembre. Son muy jóvenes y jóvenes a sus 70 y 64 años, respectivamente, que ya han tenido bastante profesionalidad y, tanto Lucía, ya repuesta del susto de salud que les obligó a cancelar su gira el año pasado, como Joaquín, su hermano mayor, son capaces de tumbarse literalmente en el suelo enmoquetado de una de las salas del Teatro Real de Madrid para darle el gusto al fotógrafo de regalarles un retrato diferente. Todos ellos lo saben. Y no sólo su música. Seguir leyendo a PIMPINELAS canciones de los hermanos Joaquín y Lucía Galán (Buenos Aires, Argentina, 70 y 64 años, respectivamente) son tan populares y han calado tanto en el imaginario colectivo que su nombre artístico se ha convertido casi en un genérico. Así, hasta los políticos llaman «Pimpinela» a una discusión entre dos personas que denota, además de desacuerdo, esa confianza de quien sabe como si hubiera parido al contrario. Ellos, los Pimpinels, son, por supuesto, conscientes. Y se sienten modestamente orgullosos de ellos. Sí que se puede. Con una nueva gira llamada News of Love, que tendrá lugar en septiembre, hijos de emigrantes asirios y letones que hicieron las Américas, Luca y Joaqun vuelven por enésima vez a la cuna de sus padres. Volverán a saltar chispas.