¡Qué intensidad, Escribano…!

El torero sevillano cortó las dos orejas al vicctorino más extorsionador de la tarde, al que dio una oportunidad de vuelta al ruedo, El Cid y Luque, que tuvieron que lidiar su complejo lote.

  

Manuel Escribano, sentado a estribor, cita al quinto toro por un par de banderillas a la quiebra. José Manuel Vidal EfeLa corrida fue muy intensa de principio a fin, por la dificultad de los toros, reservones, mirones, muy complicados, y peligrosísimo el lidiado en sexto lugar, por la casta codiciosa del quinto, Musquetón, negro en el campo, número 76 y 510 kilos de peso, al que se volcó el rudo, y por los tres toros, que salvaron con honores, muy serios. Tres torerazos ante una corrida de verdad. Más información: Manuel Escribano, el superhombre (y gran torerazo) de la Feria de AbrilEl triunfador fue Manuel Escribano, que pudo salir por la Puerta del Príncipe si no falla con la espada en su primero, pero no hay que olvidar al deslumbrante magisterio de Luque y a la clásica veteranía de El Cid, ambos se las vieron con toros que plantearon excesivas dificultades para lograr el triunfo. Una corrida, en definitiva, muy diferente a las que suelen exigir las figuras, pero una corrida para hacer afición, para disfrutar, para emocionarse, para pasar miedo y para sentirse orgulloso de estos hombres que interpretan la vida real. Un escribano fue con mala cara de la plaza y tuvo motivos a pesar de las dos orejas que aún merecía cortó al quinto de la tarde. Tras una faena del profesor segundo, a la que banderilleó con suelta, perdió la oportunidad de salir a hombros por la puerta grande, y diseñó una faena encomiable para un toro que impedía y no permitía confianza. Muy concentrado, bien colocado, con los sentidos en posición de alerta, Escribano contagió emoción por los que se habían dado, por su inteligencia y firmeza. Fue una faena larga, intermitente, de peso, en la que robó naturales de categoría y buenas bandas derechistas, pero pinchó cuando tenía más que ganada la oreja. Tuvo la suerte de que le tocó la perla de la tarde, el llamado Musquetón, precioso de lámina, como los demás, al que esperó de rodillas en los medios con una larga cambiada, para luego veronear con facilidad. El toro empujó con alegría al caballo que montaba Juan Francisco Peña, y Escribano protagonizó un muy digno tercio de banderillas, especialmente en el tercer par del quebrado por dentro pegado a tablas. Dio la concurrencia sabiendo que era el toro de la tarde, y quién sabe si de la feria. Repitió el animal con fiereza por abajo, y ahí se vio que su calidad no estaría reñida con la exigencia. Fue desorejado en los primeros compases, pero pronto recuperó el mando y ofreció otra lección de torería en plenitud en cuatro tandas de derechazos limpios y ligados, aprovechando el largo y humillado viaje del toro, y tres por naturales en los que toro y torero compusieron una imagen de bella armonía. Una vez más, alargó el trabajo, y perdió quizá el concepto del tiempo, y una back stocade le dio la oportunidad de disfrutar de una victoria más que merecida. La calidad de Mosquetón también fue reconocida en una templada vuelta al ruedo. El Cid y Luque lo tuvieron muy complicado. Reventado por el viento, el más veterano sólo pudo mostrar su disposición ante un primer toro que no se movió por el tendido. Tardó en salir al ruedo, se colocó en los medios y lo recibió por los bajos fondos Juan Sierra con un deslumbrante toreo. El cuarto fue más claro, pero duró muy poco, y El Cid no pudo mirar, pero sí lo hizo de nuevo Sierra con las banderillas. El jefe de filas hizo su historia e hizo más de lo que tenía que hacer. Y Luque. . . Un torerazo. Trajo su primer toro al cielo, en memoria de su padre recientemente fallecido. Y en su honor, siguió aferrándose a las numerosas radiografías que le habían convertido en su más feroz adversario de delante hacia atrás, de arriba abajo. Un experto a ojos de pocos amigos era el animal. Y Luque, siempre bien colocado, asentó las zapatillas, le robó los muletazos del maestro en otra faena depredada con intensidad. Y en sexto lugar salió el abeto de la corrida, imposible para el toreo actual, con cara de nubes y corto recorrido. Luque lo enseñó a todos y montó la espada. Lo dicho, una tarde para recordar la emoción vivida durante casi dos horas y media. Martin / El Cid, Escribano, LuqueToros de Victorino Martin, bien presentados, cumplidos a caballo, embalsados, exigentes y muy complicados. Destacó el quinto, codicioso y encantado, al que dio la vuelta al ruedo. La sexta es la más peligrosa. El Cid: tres pinchazos y casi entero cruzado (silencio), cuatro pinchazos _ aviso _ y un descabello (silencio). Manuel Escribano: pinchazo _ aviso _ y estocada tenida (ovación), estocada trasera (dos orejas). Daniel Luque: estocada trasera (ovación tras leve petición), estocada atravesada y estocada y cuatro descabellos (silencio). Plaza de la Maestranza 3 de mayo. Octava sesión de la Feria de Abril. Lleno total.

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Por la dificultad de los toros, reservones, mirlos, que fueron muy peligrosos en sexto lugar, por la casta codiciosa del quinto, Mosquetón, negro spelao, número 76, y 510 kilos de peso, al que se le volteó el rudo, y por la entrega de los tres toros, que entregaron con honor un compromiso muy, muy serio. Tres torerazos ante una corrida de verdad. Seguir leyendo Martín / El Cid, Escribano, LuqueToros de Victorino Martín, bien presentados, piropos a caballos, reservas, exigentes y muy complicados. Giró la rueda hacia el quinto, que era codicioso y encantado. El sexto, el más peligroso.. El Cid: tres y casi en su totalidad pinchazos atravesados (silencio), cuatro (advertidos) y un pelo (silencio). . Manuel Escribano: pinchazo _ aviso _ y estocada tenida (ovación), estocada trasera (dos orejas).. Daniel Luque: estocada trasera (ovación tras leve petición), estocada pasada y tenida y cuatro descabellos (silencio).. Plaza de la Maestranza 3 de mayo. Octava sesión de la Feria de Abril. Totalmente.

 

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