En su séptimo álbum, «Panamérica», el guitarrista español ofrece un mapa sonoro del norte al sur del continente americano.
El guitarrista Twanguero (Diego García, Valencia, 47 años) considera que un disco no debe ser una mera recopilación de canciones inconexas en busca del éxito, sino el resultado de una experiencia premeditada que le permita empaparse de la música de otras culturas. Tras desechar una carrera estable en España al calor de sus colaboraciones con El Cigala, Enrique Bunbury o Andrés Calamaro, emprendió un viaje en solitario por Nueva York, California, Buenos Aires, México y Costa Rica, del que se desprendió con seis eclécticos elepés. Mientras en su anterior trabajo se encerraba en la selva con una guitarra clásica y un micrófono que hacía sonar árboles, pájaros e insectos, su peculiar banda, el valenciano ha devuelto su versión eléctrica en Panamérica. El disco ofrece un mapa sonoro del continente con una mezcla entre el folclore americano y la tradición latina propia de Los Ángeles a base de rancheras, rockabilly, cumbias, boleros y hasta un reguetón fusionado con guitarra eléctrica. Aunque él prefería llamarlo reguetwang. Todos sus discos esconden una historia. ¿Qué puede contarnos del barco que dio origen a Panamérica? Respuesta. Cuando empecé a pensar en este proyecto, estalló la pandemia y alquilar una casa en Los Ángeles iba a ser imposible. Siguiendo el consejo de un amigo, compré un barco para recluirme y componer porque era mucho más barato. Tenía dudas, pero cuando fui a comprarlo, vi que el barco se llamaba Panamerica. ¡Qué señal! Era justo el disco que tenía en la cabeza y lo que al principio era una solución improvisada acabó convirtiéndose en el hogar donde me reunía con músicos de todo el mundo para tocar, darnos un baño o hacernos una paella. El álbum refleja mi vida en Los Ángeles y cómo la ciudad encarna la idea de Panamérica al concentrar todos los géneros del continente. Y por supuesto, como el reguetón es ahora más mainstream, cogimos su ritmo y lo fusionamos con guitarra eléctrica dando lugar al reguetwang. P. El éxito de grupos como Brothers Gutiérrez o Khruangbin demuestra que la música instrumental centrada en la guitarra está de moda. Estás confirmando lo que dije hace 20 años: se puede vivir de la guitarra instrumental. Me encanta. En todos los festivales, Khruangbin vende más entradas que Eric Clapton y los Hermanos Gutiérrez, y vende más que cualquier otro artista español. Yo no tengo ese estilo definido porque he ido variando en cada disco, pero ya tengo un circuito en EEUU y Canadá. Y ahora que estamos de gira por España]esta semana en Guadalajara, Badajoz, Sevilla y Cáceres] está yendo de maravilla. ¿Es cierto que Gabriel García Márquez le invitó a su casa para oírle tocar? R. Fue hace muchos años. Fui con El Cigala a tocar a México y Gabo vino a vernos y nos invitó a cenar a su casa. El ex presidente] de México] Peña Nieto también estuvo presente. Estuvimos bebiendo vino y charlando todo el rato y acabé tocando la guitarra para él. Ser guitarrista de gente como El Cigala, Fito Páez, Santiago Auserón, Calamaro o Bunbury me dio cierto caché, pero al final he buscado mi propio camino para salir de la zona de confort. En aquella época tenía muchas ofertas en España, pero sentía que mi camino estaba en el otro lado. Y después de tanto viajar, encontró su sitio en California. ¿Por qué? Lo curioso es que conseguí el visado gracias al Grammy que gané en 2013 por colaborar en un disco de El Cigala. Si me hubiera quedado en España, habría estado más limitado para hacer mi música. Quizá fue un miedo, pero he ido toda mi vida como los salmones: contra corriente. En un país tan grande y con tantos aficionados a la guitarra, estadísticamente hay más opciones para mi estilo. Si eres guitarrista, esto es una mina: hay tiendas de instrumentos antiguos por todas partes, conciertos de todo tipo y varios de los mejores guitarristas del mundo. Como ganaba dinero me compré varias Gibson, Stratocasters y Telecasters antiguas porque nunca pierden su valor. El rock and roll se hizo con Leo Fender a 20 millas de este barco. Enchufas una Fender vieja en un amplificador de la época y te vuelves loco. Ese sonido es California y he venido aquí para escucharlo. No soy el Antonio Banderas de la guitarra, pero ya he hecho un circuito para quedarme. Combina tres artistas diferentes en uno gracias a la amplia gama de géneros que abarca. R. Me considero un artista eléctrico y mi nombre artístico viene del sonido twang. Mi instrumento fetiche es la Gibson Es-295, que siempre me ha acompañado. Sí, me levanto por la mañana, me tomo un café y lo primero que hago es practicar o estudiar la guitarra española durante una hora. Es la que me lleva a casa y a la infancia. El primer volumen de Secondary Roads, en Norteamérica, está centrado en la acústica, y el segundo, en la selva, utilicé la clásica. Volveré a Panamérica. La guitarra es tan exigente que al final tienes que elegir, y he tenido que dejar de lado las acústicas porque son muy diferentes entre sí. BabeliaLas novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
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El guitarrista Twanguero (Diego Garca, Valencia, 47 años) cree que un disco no debe ser sólo una colección de canciones inconexas en busca del éxito, sino el resultado de una experiencia planificada que le permita absorber la música de otras culturas. Tras descartar una carrera estable en España al calor de sus colaboraciones con El Cigala, Enrique Bunbury o Andrés Calamaro, emprendió un periplo en solitario por Nueva York, California, Buenos Aires, México y Costa Rica, del que se desprendió con seis eclécticos elepés. Si en su anterior trabajo, el valenciano se encerraba en la selva con una guitarra clásica y un micrófono que sonaba a árboles, pájaros e insectos, su peculiar banda ha vuelto con su versión eléctrica en Panamérica. A base de rancheras, rockabilly, cumbias, boleros e incluso un reguetón fusionado con guitarra eléctrica, el álbum ofrece un mapa sonoro del continente con una mezcla entre el folclore americano y la tradición latina propia de Los Ángeles. Aunque él prefería llamarlo reguetwang. Seguir leyendo