Un maltrato al sentimiento

En una corrida de fracaso sin paliativos de los toros de Jandilla, disgusto preocupante de Castella y Manzanares, y desencuentro presidencial, Borja Jiménez cortó dos orejas muy generosas.

  

La corrida fue un maltrato de la sensación. Borja Jiménez paseó dos orejas muy generosas del sexto de la tarde, el único toro que encastó con cierta movilidad y nobleza en un festejo de fracaso absoluto del ganadero de Jandilla, de recelos preocupantes de las dos figuras del cartel, de un triunfalismo desmedido del público y de un palco presidencial sin criterio, que echó otro borrón al prestigio de esta plaza. La tarde estaba hundida en el aburrimiento insoportable cuando el último toro -el tercero era un burria, muerto en vida- salió como una bala de pollinos e hizo creer a todos que cambiaría el signo maligno de la corrida. Jiménez lo veroniqueó sin temple y se rompieron los ánimos. El toro persiguió en banderillas y llegó a la muleta con más vida que sus hermanos. El torero lo recibió con dos pases cambiados por la espalda, dos por alto y una regordeta trinchera, y la plaza creyó estar asistiendo a un milagro, por lo que hasta la banda de música se arrancó entre algunas protestas con el pasodolo Juncal, que no llegó a dar cuenta. Borja Jiménez siguió con dos pasos por el lado derecho, de buena forma, quitado también, y el ambiente se caldeó tras el sopor sufrido en las dos horas anteriores. No hubo fortuna natural, y dos veces más con la diestra alargó una faena que tuvo momentos de bellos trazos, pero en modo alguno merecedora de los máximos trofeos. Mató bien, el toro cayó pronto, motivo más que suficiente para que la gente viviera en pañuelos, y el Presidente, Sr. Luque Teruel, sacara el suyo dos veces sin motivo justificado. Así se escribe la historia, lo que ha sido esta plaza y lo que es ahora. De la sapiencia generosa y exigente del pasado al triunfalismo barato y sonrojante actual. Otro problema: Sebastián Castella y José Mara Manzanares podrían tomarse un largo descanso y disfrutar de la tranquilidad del hogar, lo que agradecerían los aficionados. También tendrían la oportunidad de presenciar a otros toreros que exhiben más engreimiento y ambición que los que hoy han mostrado en La Maestranz. Castella y Manzanares son veteranos con cara de jubilados. Su imagen era pobre, vulgar e insustancial, impropia de su condición de figuras. Lo suyo fue otro maltrato al sentimiento de los miles de espectadores que casi llenaron el pueblo con la sana intención de encontrar la emoción, más que el sufrimiento causado por el sopor, la precipitación y la impotencia ante dos toreros convertidos en obreros del toreo. Pero dos trabajadores no ganados, con el valor de acabar con ellos rápidamente y esperar que sean contratados en otros dos o tres encierros el próximo año. Es cierto que la corrida de Jandilla fue un fracaso sin paliativos, toros mansos, bajos, abundantes y burreros, pero por ello se esperaba otra actitud de los toreros considerados maestros, con la supuesta capacidad de sobreponerse a situaciones tan alarmistas como la vida esta tarde. Pero no. Castella esperó a su primero de rodillas en los medios con una larga cambiada, que fue el inicio de una desproporcionada cantidad de insultos hasta que José Chacón y Alberto Zayas fueron atraídos con las banderillas. Otro esporton de muletazos, pues, entre el silencio general y la rosca del piton, si gracia o concierto, entre el silencio general y la rosca de la rosca. De forma precipitada, veronizó el cuarto, otra perla. Rafael Viotti destacó en el segundo tercio, y Castella volvió a las andadas con otro toro que tampoco sirvió. Manzanares copió la prueba de principio a fin. No pudo dibujar una estimable verónica en su lote (ninguno de los dos astados participó en piezas), y naufragó en la duda y el poco compromiso con dos toros que, como otros, dejaron en entredicho el prestigio del hierro de Jandilla. Tarde para borrar de la memoria por los toros, por las figuras, por el público y por el presidente, la de Borja no añade prestigio a su hoja de buenos servicios. Jandilla / Castella, Manzanares, JiménezToros de Jandilla / Vegahermosa, desiguales de presentación, mansos, delucidos, sosos y desaltados. Noble en el tercio final, se salvó el sexto. Sebastián Castella: media estocada (silencio), estocada perpendicular y caída (silencio). José Mara Manzanares: estocada (silencio), y estocada (silencio). Borja Jiménez: pinchazo y estocada (silencio), buena estocada (dos orejas). Plaza de La Maestranza. 2 de mayo. Séptima sesión de la Feria de Abril. Casi lleno.

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La corrida fue un maltrato de la sensación. El único toro que encastó con cierta movilidad y nobleza en un festejo de fracaso absoluto del ganadero de Jandilla, de recelos preocupantes de las dos figuras del cartel, de un triunfalismo desmedido del público, y de un palco presidencial sin criterio, fue Borja Jiménez, que paseó dos orejas muy generosas del sexto de la tarde. Seguir leyendo Jandilla / Castella, Manzanares, JiménezToros de Jandilla / Vegahermosa, desiguales de presentación, mansos, deslucidas, sosas, y asados. Noble en el tercio final, el sexto se salvó. . Sebastián Castella: media estocada (silencio), estocada perpendicular y caída (silencio).. José María Manzanares: estocada (silencio), estocada (silencio).. Borja Jiménez: buena estocada (dos orejas) y pinchazo y estocada (silencio). . Plaza de La Maestranza 2 de mayo. Décima sesión de la Feria de Abril. Casi lleno.

 

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