Un proyecto de Cultura para regular la IA generativa enciende debates entre los artistas

El recién publicado borrador de Real Decreto del ministerio, que permite a los creadores recibir una compensación cuando los programas se formen con sus obras, se encuentra con duras críticas de varios autores.

  

Una imagen de ‘ Qianqiu Shisong’, considerada la primera serie de animación creada con herramientas de AI y lanzada por China Media Group (CMG). La inteligencia artificial (IA) necesita entrenarse antes de poder actuar. Eso también se parece al cerebro. Y, sin embargo, su aprendizaje no deja de generar enfrentamientos con los humanos. Miles de artistas llevan tiempo acusando a la nueva tecnología de fagocitar sin autorización ni compensación sus obras, para dibujar, filmar o escribir como ellos. Incluso se han presentado denuncias ante los tribunales. Parte de los creadores exigen al menos un pago por derechos de autor. Pero otros no quieren contribuir de ninguna manera a mejorar con sus trabajos lo que consideran un ladrón y un potencial rival en el mercado. Y entre ambas posturas, el avance de la IA y posibles impactos positivos y negativos, se sitúa un proyecto de Real Decreto del Ministerio de Cultura que quiere proteger a los autores, pero también ha encendido las alarmas de algunos. Tanto es así que ayer lunes, fecha límite para las aportaciones públicas, trasladaron por correo electrónico al departamento que dirige Ernest Urtasun su preocupación. Más detallesLa AI reducirá los ingresos de las industrias musical y audiovisual en más de un 20% en 2028, según un informe global. La iniciativa pretende destinar las licencias colectivas de derechos de autor en el sistema español al «desarrollo de modelos de inteligencia artificial de uso general. » Por un lado, la llamada AI Generativa]que es capaz de acumular mucha información compleja para generar nuevos contenidos] se alimenta de miles de trabajos al mismo tiempo. Por otro, los creadores merecen una compensación justa, según el Ministerio. Finalmente, «la obtención individual de las correspondientes autorizaciones resulta excesivamente onerosa y prácticamente inviable, hasta el punto de que la licencia necesaria se convierte en improbable», según el texto del proyecto. De ahí que Cultura pretenda crear la opción de que las entidades de gestión colectiva «otorguen, en determinadas circunstancias, autorizaciones no exclusivas para la explotación de obras y prestaciones en nombre de los titulares de derechos, con independencia de que hayan sido autorizadas para ello». El propio documento recuerda que la directiva europea 2019/790 ofrecía a los estados miembros de la UE implementar esa posibilidad. Y que en otros países ya se aplica. Una fuente del ministerio también destaca:» El proyecto se encuentra aún en una fase muy preliminar de audiencia pública. La intención es que se apruebe con el consenso del sector. Imagino que se hace con buena intención, pero es un error que sólo beneficiará a las grandes empresas tecnológicas y no hará más que poner en evidencia la labor de los artistas que trabajan en este país», ha declarado Álvaro Ortiz, uno de los historietistas más conocidos de España, en su aportación al proyecto, que ha compartido en la red social Bluesky. Precisamente a través de mensajes en esa y otras plataformas, varios artistas expresaron sus temores e intentaron animar a otros profesionales del sector a hacer lo mismo. Hace unos días, el primer estudio sobre el posible impacto económico en las artes de la generación AI si no se regula su avance -encargado por Cisac, la organización mundial que agrupa a las principales entidades de gestión de los derechos de autor- estimaba que el sector musical y audiovisual corren el riesgo de perder, respectivamente, una cuarta y una quinta parte de sus ingresos globales para 2028. El Proyecto Cultura, de hecho, quiere poner la ley en el Salvaje Oeste. Cómo, sin embargo, genera opiniones a favor y en contra». Pretendéis que mis creaciones, las de muchos otros compañeros, sirvan para alimentar una maquinaria tecnológica que me dejará, precisamente, sin el poco trabajo que puedo hacer», escribió en su post para Cultura otro dibujante, El Torres. El artista David López o el editor Grafito, entre otros, también se mostraron críticos. Incluso con el propio punto de partida. El proyecto parte de la base de que la generación IA ya está aquí, ha venido para quedarse e irá a más. El texto también hace referencia al» desarrollo adecuado de los sistemas de inteligencia artificial [. . . ] que pueden ser estratégicos para nuestro país». «El proyecto argumenta que la obligación para las empresas tecnológicas que pretendan nutrir su generación de IAs de pedir autorizaciones por autor generaría» un importante obstáculo «para ello. Y, al mismo tiempo, Cultura argumenta que» muchos titulares de derechos estarían dispuestos e incluso desearían autorizar estos usos de sus obras y beneficios siempre que estuvieran protegidos bajo licencia. «Incluso hay artistas que aprovechan la generación AI como un aliado para sus creaciones. El grupo Prisa, editor de este diario, anunció el pasado mes de marzo una colaboración con OpenAI, la empresa más conocida, admirada y temida en el campo de la IA, responsable de ChatGPT. En palabras de una fuente de Cultura», hablamos de algo que ya es real y está sucediendo. Queremos regularlo en beneficio de los creadores. «Pero los autores críticos opinan lo contrario: no se sienten suficientemente defendidos y querrían que la visión del ministerio viniera de una oposición más férrea a la IA, como cuando Cultura se comprometió a no premiar ni contratar obras creadas íntegramente con inteligencia artificial. El 22 de octubre, el ministro Urtasun escribió en X:» Es imprescindible proteger los derechos de autor y la normativa que los regula, garantizando el pleno respeto a los creadores y a los contenidos culturales de los que se nutre la generación IA». » Y el propio proyecto recoge, a lo largo de sus 10 páginas, las preocupaciones del sector cultural ante el uso desregulado de sus obras. Por eso también el texto de Cultura establece algunos matices. La licencia colectiva sólo podrá otorgarse cuando» la adquisición por los usuarios de las autorizaciones de los titulares de derechos de propiedad intelectual de forma individual resulte tan onerosa y dificultosa que haga imposible la operación requerida «y» se garantice a cada titular de derechos la igualdad de trato en relación con los términos de la autorización no exclusiva», entre otras condiciones. Al mismo tiempo, las entidades de gestión que estén interesadas en acogerse a esta opción deberán permitir» que los titulares de derechos que no hayan autorizado el otorgamiento de la autorización no exclusiva puedan excluir sus obras o prestaciones protegidas de la licencia colectiva ampliada, en cualquier momento, de forma fácil y eficaz. «Pero nada de eso es suficiente para Ortiz». Espero que se reciclen», concluye su mensaje a Cultura. De momento, una vez cerrado el plazo de aportaciones públicas, el proceso continúa. El debate, también. BabeliaLas novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal

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Antes de poder actuar, la inteligencia artificial (IA) debe entrenarse. También parece ser el cerebro. Y, sin embargo, a pesar de sus conocimientos, sigue causando conflictos con la gente. Miles de artistas llevan tiempo acusando a las nuevas tecnologías de fagocitar sin autorización ni compensación sus obras, para dibujar, filmar o escribir como ellos. Incluso se pueden presentar denuncias ante los tribunales. Parte de los creadores exigen al menos un pago por derechos de autor. Pero otros no quieren contribuir de ninguna manera a mejorar con sus trabajos lo que consideran un ladrón y un potencial rival en el mercado. Y entre ambas posturas, el avance de la IA y los posibles impactos positivos y negativos, se sitúa un proyecto de Real Decreto del Ministerio de Cultura que quiere proteger a los autores, pero que también ha encendido las alarmas de algunos. Tanto es así que ayer lunes, fecha límite para las aportaciones públicas, trasladaron por correo electrónico al departamento que dirige Ernest Urtasun su preocupación.

 

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