Este torero está protegido por características ‘ extrañas ‘, que los humanos atribuimos a la genialidad ante la imposibilidad de descubrir una explicación terrenal.
«He visto atormentado a Morante de la Puebla», se enorgullecen muchos aficionados en las redes sociales. «Me alegro porque existes, Morante», añade otro. «Si mañana vendieras castañas, iría a verte» porque «eres el mejor torero de la historia». . «. Cantó la canción «Habemus Papa del toreo» en una pancarta que apareció por primera vez el jueves en La Maestranza. Más información o inteligencia al servicio del Arteque Morante de la Puebla juega en otra liga es un axioma reconocido y aceptado por el orbe taurino. Se dice que torea en otra dimensión, y es cierto, y que su tauromaquia es tan única como misteriosa. La Feria de Abril, por ejemplo, sería otra, muy distinta, sin su presencia. Su nombre es el eje fundamental del ciclo, que el jueves revitalizó para gloria de la plaza de toros y de las arcas de la empresa Pagés y de la Real Maestranza de Caballería. Pero, qué pasó. ¿Está justificado el alboroto? ¿Morante se merece las dos orejas? Si se acepta que este torero no pertenece a este mundo taurino, ni es una figura más, no es correcto analizar su actuación con los parámetros habituales. De ser así, habría que entender que su primero fue un animal burlón y despoblado, impropio de la supuesta categoría de esta plaza y del propio torero, y el otro, un manso sin calidad que dificultó sobremanera el ejercicio de su particular concepto. ¿Es posible encontrar inspiración artística en estos toros, o el triunfo es fruto de un público desencantado? Otro análisis es necesario. En primer lugar, Morante es un torero valiente, muy valiente, de los más cercanos a los toros, que mejor se coloca y carga la suerte con capote y muleta. Morante es un fotógrafo que se declara dogmático con la tradición y poco amigo de la modernidad mientras bebe en las fuentes de Joselito El Gallo. Es un personaje, además, rápido, bohemio, extraño, de pocas y lamentables palabras. La convivencia con un genio no debe ser fácil, pero es muy gratificante admirar su obra. Un mérito reconocible para su compañero y amigo Pedro Jorge Marques, siempre a su lado, en los buenos y malos momentos, en las consultas de los médicos y en los callejones de las plazas. Un torero, atención, de los pocos toreros realmente comprometidos con la promoción de la tauromaquia, que no duda en alzar la voz en defensa de la fiesta o aceptar sin imposiciones diálogos constructivos para la retransmisión de festejos, como es el caso de este año con la RTVA. Cuánta alegría ha repartido el triunfo de Morante por toda España a través de la pequeña pantalla. . . ¡! Y Morante está protegido por extraños rasgos, que los humanos atribuimos a la genialidad ante la imposibilidad de encontrar una explicación terrenal. Esa es la característica única de Morante: que es diferente, especial, sorprendente. . . Tal vez haya una razón por la que sus formas cautivan y molestan a la vez. Todo lo que ejecuta frente al toro, sea burladero o acuñación, es una creación que entusiasma y desarraiga, producto de una inspiración que parece nacer lejos de este mundo. Esa podría ser la clave: que Morante no es de los nuestros, por lo tanto, padece problemas mentales, porque es un artista inconmensurable en el cuerpo de un simple ser humano de La Puebla del Río, y su sentido artístico se siente solo y extraño entre gente que no conoce. Pero esta generación de aficionados tiene la suerte de conocer a Morante y de extasiarse con la belleza y el color del misterio del toro. Quizás, sufre por sentirse diferente y no sabe que es un regalo que la vida hace a los demás en un momento de tantas tribulaciones taurinas. Y a los que no les gusta, que respeten y dejen disfrutar, que la felicidad de ver a Morante no hace daño a nadie.
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Muchos seguidores en redes sociales se enorgullecen de repetir «Yo he visto atormentar a Morante de la Puebla. «